En los últimos años, médicos y especialistas en nutrición han llegado a una conclusión clave: no solo es importante qué comemos, sino también cuándo lo hacemos. El horario de nuestras comidas puede influir significativamente en nuestros esfuerzos por perder peso y en el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades.

Los expertos indican que existen momentos del día en los que se recomienda evitar comer para preservar nuestra salud. Según el nutricionista Luis Zamora, muchas personas inician su día de forma incorrecta en lo que respecta a la alimentación. Esta situación incluye tanto a quienes desayunan demasiado temprano como a aquellos que esperan hasta media mañana para hacerlo.

La tecnóloga de alimentos, Irene Domínguez, aconseja que la primera comida se realice entre la primera y segunda hora tras levantarse, siempre que hayamos estado un tiempo expuestos a la luz solar para activar nuestras hormonas. Además, Zamora alerta que el cortisol, la conocida hormona del estrés, alcanza su punto álgido antes de las 8 de la mañana, por lo que sería más recomendable esperar un poco antes de desayunar.

Si eres de los que almuerzan después de las 14:00, es probable que estés afectando tu salud. Los expertos sugieren que el cuerpo está mejor preparado para recibir alimentos antes de este horario, ya que en ese momento todas las hormonas están listas para trabajar de manera óptima y la insulina se vuelve más efectiva. Por lo tanto, lo ideal es almorzar entre las 12:00 y las 14:00.

A la hora de cenar, los médicos siempre han recomendado no hacerlo demasiado tarde. Comer justo antes de dormir puede causar problemas de sueño y malestar gastrointestinal, ya que nuestro sistema digestivo necesita tiempo para procesar los alimentos. Por ello, Zamora aconseja realizar la cena antes de las 20:00.

Algunos estudios recientes, incluyendo uno publicado en la famosa revista Nature, sugieren que los ritmos circadianos alimentarios están estrechamente vinculados a la salud cardiovascular. Este estudio revela que entre 100,000 adultos analizados, quienes comen tarde tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades del corazón, como infartos e ictus.

Cenar al menos tres horas antes de dormir también puede mitigar los síntomas de acidez o reflujo ácido en quienes lo padecen. La experta en nutrición Marie-Pierre St-Onge de la Universidad de Columbia señala que nuestros cuerpos están evolucionados para metabolizar nutrientes durante el día y almacenar energía por la noche, y romper este ciclo puede generar problemas de salud.

Además, gran parte de la evidencia sugiere que comer tarde promueve la obesidad. Esto se debe a que los carbohidratos consumidos por la noche pueden ocasionar picos de glucosa en sangre más altos que los registrados al inicio del día, complicando aún más el control del peso.

Sin embargo, para aquellos que padecen hipoglucemia o tienen necesidades nutricionales específicas, el neurocientífico y profesor de la Universidad de Harvard, Frank Scheer, indica que deben seguir las recomendaciones de sus médicos. En esos casos, puede ser mejor optar por comidas pequeñas y nutritivas en la noche, evitando altas cantidades de grasas o azúcares. Ejemplos de opciones saludables podrían incluir yogur natural con fruta, verduras con hummus o tostadas de pan integral con crema de almendra.