Salud

Comunidades saludables: Enfoques innovadores para el bienestar en la Educación Superior

2024-10-15

Autor: Emilia

El 10 de octubre marca el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha importante designada por la OMS para sensibilizar sobre la salud mental y fomentar el compromiso hacia iniciativas que buscan su mejora. Sin embargo, la salud mental de los estudiantes universitarios sigue siendo un tema crítico y preocupante.

Los recientes informes revelan que la juventud enfrenta desafíos significativos en su salud mental, exacerbados por la pandemia de COVID-19. Un estudio de MIDAP en 2021 destacó un alarmante incremento en la sintomatología depresiva entre estudiantes, lo que nos hace reflexionar sobre la necesidad de tomar medidas inmediatas y efectivas.

Es fundamental no confundir el malestar emocional con trastornos mentales. Las emociones negativas, como la tristeza y la frustración, son parte de la experiencia humana y no necesariamente indican una patología. No podemos permitir que la psicopatologización de la vida cotidiana lleve a los estudiantes a buscar ayuda profesional para problemas que no siempre son clínicos. Debemos fomentar un ambiente donde ellos puedan expresar sus emociones y encontrar apoyo en su comunidad.

Según el Termómetro de Salud Mental, durante la pandemia se registraron altos niveles de problemas de salud mental, pero los datos recientes sugieren una tendencia a la mejora, aunque la percepción de soledad persiste como un gran problema. Por otro lado, el informe Gallup Global Emotions 2024 destaca un aumento en las emociones positivas en la juventud y revela que Latinoamérica lidera en este aspecto, sugiriendo un posible retorno a un estado emocional más saludable.

El Consejo Asesor en Salud Mental para la Educación Superior ha identificado la necesidad de promover ambientes saludables en las instituciones educativas, enfatizando la importancia de la convivencia, el sentido de comunidad y la pertenencia. Se proponen cuatro ejes de trabajo: trayectorias académicas flexibles, prevención y promoción, atención focalizada a grupos de riesgo y atención especializada. Esto requiere que las instituciones se enfoquen en prevenir problemas de salud mental, al tiempo que promueven hábitos de vida saludable.

Las universidades deben dejar de pensar que el único enfoque para mejorar la salud mental es aumentar el número de psicólogos y psiquiatras en campus. Es más efectivo trabajar en la creación de entornos que valoren la comunidad y el apoyo entre pares. Las trayectorias académicas deben permitir flexibilidad, adaptándose a las diversas realidades de nuestros estudiantes sin comprometer la calidad de la educación.

Los jóvenes son resilientes y capaces de adaptación, pero necesitan sentirse parte de un entorno donde el cuidado mutuo y el diálogo sean el eje central. Las instituciones deben brindar espacios diseñados no solo para la formación académica, sino también para fomentar la interacción social y el bienestar emocional.

Hoy más que nunca, es esencial que las instituciones inviertan en recursos que fortalezcan estas iniciativas y en la infraestructura que facilite una vida que va más allá de lo académico, creando comunidades que abracen el bienestar integral y la salud mental de todos sus miembros.