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Descubre las riquezas ocultas de la Antártida y la lucha por su soberanía

2025-01-06

Autor: Lucas

Aunque no existe un gobierno en la Antártida, donde no hay presidente ni congreso, varios países fijan su mirada sobre este misterioso y helado territorio de 14 millones de kilómetros cuadrados. Según la BBC Mundo, este continente está destinado a la investigación científica, pero eso no ha detenido las ambiciones de numerosos gobiernos.

La visita histórica del presidente chileno Gabriel Boric el pasado 4 de enero de 2025 marcó un hito importante, pues se convirtió en el primer jefe de Estado que pone pie en la región. En compañía de ministras y altos mandos militares, Boric llegó a la Estación Amundsen-Scott, enfatizando que su visita era un símbolo del interés y poder chileno en la región polar.

La pregunta que muchos se hacen es: ¿qué es lo que tanto atrae a los países hacia la Antártida? Actualmente, siete naciones presentan reclamaciones sobre este territorio: Argentina, Australia, Chile, Nueva Zelanda, Francia, Noruega y Reino Unido.

Argentina fue pionera en establecer una base científica permanente, la Base Orcadas, en 1904, considerando la Antártida como una extensión natural de Tierra del Fuego. Esto se complica con la proximidad de las Islas Malvinas, administradas por el Reino Unido, que también han hecho su reclamación sobre el continente blanco desde 1908.

Chile, al darse cuenta de su cercanía con la región de Magallanes, reclamó su porción territorial en 1940. Otros países, como Noruega, defienden su interés en base a las exploraciones realizadas por Roald Amundsen en 1911.

Aparte de los siete principales reclamantes, un total de 35 países mantienen bases permanentes en la región, incluyendo Alemania, Brasil, Estados Unidos, China y Rusia, que participan activamente en investigaciones científicas.

El Tratado Antártico, firmado durante la Guerra Fría, juega un papel crucial en la protección de este territorio, estableciendo que la Antártida debe ser utilizada únicamente para fines pacíficos. Este acuerdo ha permitido que la región se convierta en una reserva científica internacional, donde toda actividad no científica está prohibida.

Sin embargo, el anhelo de soberanía tiene profundas raíces: los recursos naturales. Debajo de su vasta capa de hielo, la Antártida es un tesoro de recursos como petróleo, gas, carbón, minerales e incluso uranio. El océano que rodea el continente también rebosa vida marina, aunque su pesca ya está regulada por la Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos Antárticos.

A pesar de que el protocolo prohíbe la explotación de estos recursos, sí permite su exploración con fines científicos. Investigaciones han estimado que hay alrededor de 200.000 millones de barriles de petróleo almacenados bajo el hielo, aunque extraerlos es una tarea monumental debido a las extremas condiciones climáticas.

La próxima revisión del Tratado Antártico está programada para 2048, un hecho que podría abrir la puerta a nuevas discusiones sobre la explotación de los recursos que permanecen ocultos. Expertos advierten que un mundo hambriento de energía podría voltear su mirada hacia la Antártida como una opción de emergencia, aumentando las tensiones geopolíticas.

Además de los recursos minerales, un bien que frecuentemente pasa desapercibido es el agua dulce. La Antártida alberga cerca del 70% del agua dulce del planeta, un recurso que en el futuro podría llegar a ser más valioso que el oro, especialmente en un mundo cada vez más afectado por la escasez de agua potable.

A medida que el ciclo de la vida en la Tierra se transforma y las necesidades cambian, la Antártida emerge como un escenario primordial en la lucha por recursos, sostenibilidad y el futuro de nuestro planeta.