El 28 de noviembre, la familia de Martín Díaz de Valdés, un joven chileno de 24 años, nunca imaginó que esa sería la última vez que lo verían. Desde su hogar en la comuna de Colina, salió temprano por la mañana, equipado con un bolso y vestido con ropa deportiva oscura, aparentemente en dirección a su trabajo, como solía hacerlo cada día.

Sin embargo, Martín no llegó a su destino. Alarmados por su ausencia y la falta de señal en su teléfono, sus padres decidieron presentar una denuncia por presunta desgracia. Dos días después, el 30 de noviembre, encontraron un ticket en su correo electrónico que reveló que Martín había comprado una entrada para ingresar al Parque San Carlos de Apoquindo, un lugar conocido por sus desafiantes senderos de trekking.

La familia accedió a las imágenes de las cámaras de seguridad del parque, donde se apreció a Martín ingresando a las 11:10 de la mañana, sin embargo, nunca salió. Desde entonces, su imagen y el llamado a la ayuda se propagaron por diversas plataformas de redes sociales.

Era un joven activo, amante de la naturaleza y estudiante de Medicina en la Universidad de Chile, que desde los 5 años había sido diagnosticado con diabetes e insulinodependiente. Su estado de salud elevó la urgencia de la búsqueda, ya que requería medicación constante para sobrevivir. A pesar de que llevó su insulina al trekking, el tiempo pasaba y las noticias no eran alentadoras.

A medida que avanzaban los días, más de 70 voluntarios, junto a Carabineros, Fuerzas Armadas y Bomberos, comenzaron a buscar por el parque, enfatizando la dificultad del terreno, que incluye las quebradas y frondosos bosques que rodean el área. A pesar de esfuerzos exhaustivos y el uso de drones, la esperanza de encontrar a Martín con vida crecía más tenue.

Durante la búsqueda, un testigo reportó que Martín tenía la intención de trasladarse por Los Naranjos, lo que permitió enfocar los esfuerzos en esa dirección. Pero, a pesar de las pistas, el tiempo continuó sin resultados. El padre de Martín, Jaime Díaz de Valdés, expresó en múltiples ocasiones su gratitud a los voluntarios, aunque también su preocupación por la amplitud de la zona y su difícil acceso.

Finalmente, el quinto día después de su desaparición, se encontraron sus pertenencias en un área elevada del parque, incluyendo su bolso y algunos medicamentos. Esto generó un nuevo atisbo de esperanza, ya que se confirmó que estaba siguiendo su tratamiento. Sin embargo, al caer la tarde del 3 de diciembre, los voluntarios encontraron su cuerpo sin vida en una quebrada, apenas a un kilómetro de la carpa que había dejado atrás.

La fiscal Macarena Cañas, quien estuvo a cargo del caso, confirmó que el cuerpo de Martín fue hallado en una zona de difícil acceso, lo que complicó aún más la labor de recuperación. La causa de su muerte aún es indeterminada: se manejan varias hipótesis, incluyendo una caída accidental o un descompensación derivada de su diabetes.

Lo que añade otro nivel de complejidad a la situación es que, antes de su fallecimiento, el comandante Marco Fuentes mencionó que Martín estaba en medio de un tratamiento de salud mental, lo que dejó a la familia y a las autoridades con interrogantes sobre los eventos que llevaron a esta tragedia.

Esta desgarradora historia ha impactado a la comunidad y nos recuerda la crucial necesidad de atención y apoyo hacia quienes atraviesan luchas internas y problemas de salud. A pesar de la gran pérdida, la familia de Martín sigue buscando respuestas y espera que se llegue a la verdad acerca de cómo y por qué ocurrió esta tragedia.