Las plantas son vulnerables a ataques de diversos organismos que se alimentan de su savia o sus hojas, como es el caso de insectos como el pulgón o la mosca blanca, frecuentes en los cultivos españoles. Estos insectos no solo amenazan los cultivos, sino que pueden actuar como portadores de enfermedades, propagando virus y bacterias que agravan la situación. La dependencia de cultivos monoespecíficos aumenta la gravedad de la introducción de nuevas plagas, provocando ruinas económicas en regiones enteras que no disponen de los depredadores naturales de estos organismos exóticos. Por ello, el control y la investigación de plagas son cruciales para salvaguardar la salud humana.

La Unión Europea ha implementado regulaciones para limitar la importación de vegetales que podrían introducir plagas dañinas. Un claro ejemplo de esto es la devastación causada por el picudo rojo en los jardines españoles, que ha llevado a la extinción de miles de palmeras. Elsa Wert, jefa de la Sección Técnica de Sanidad Vegetal en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, lidera una estrategia europea que aborda la sanidad vegetal, abarcando desde legislación hasta campañas de concienciación como PlantHealth4Life, enfocada en prácticas seguras de importación de vegetales.

Wert destaca que la filoxera, un insecto que llegó a Europa desde Estados Unidos a finales del siglo XIX, devastó los viñedos españoles, obligando a arrancar millones de hectáreas. Otro caso destacado es el virus de la tristeza de los cítricos, que llegó a España en 1957, causando la pérdida de cerca de 100 millones de árboles al principio de los años 2000.

Hoy existen múltiples alertas sobre las plagas de cuarentena, aquellas que no están presentes o están poco distribuidas en la UE, pero que su introducción podría tener efectos devastadores. Entre estas se incluye el escarabajo japonés, que ha comenzado a aparecer en países vecinos y es conocido por su destructividad en céspedes y cultivos.

En caso de que una de estas plagas se introduzca en España, existen Planes Nacionales de Contingencia. Actualmente, más de 30 planes están en marcha para contener e gestionar la aparición de plagas de riesgo.

La globalización del comercio y el cambio climático han incrementado la probabilidad de ver plagas exóticas en nuestro país. Por ello, Wert menciona cuatro ejes fundamentales para combatir estas amenazas: prevención, control, trazabilidad y concienciación ciudadana. Los ciudadanos debemos ser parte activa en la protección de nuestras plantas y ecosistemas, desde cómo viajamos con nuestro equipaje hasta cómo adquirimos nuevas plantas.

Wert advierte que está prohibido llevar plantas, flores o semillas de países no pertenecientes a la UE debido a los riesgos de introducir organismos dañinos.

El lema de la campaña #PlantHealth4Life que promueve la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria es claro: en vez de traer esquejes de un viaje, lo mejor es comprarlos en Europa a operadores profesionales que garantizan que cumplen con la normativa de sanidad vegetal.

Finalmente, Wert menciona que Europa también ha exportado plagas, como es el caso de Lymantria dispar, conocida como la polilla gitana, que ha causado estragos en las especies de robles en América del Norte después de ser introducida accidentalmente en 1869.

La preocupación por la sanidad vegetal nunca ha sido más relevante, exigiendo una intervención y colaboración global para proteger nuestros ecosistemas.