El Ejército de Israel ha reanudado los bombardeos este jueves en el corazón de Beirut, enfocándose en objetivos pertenecientes a la milicia chií Hezbolá. Esta es la segunda vez en un año que la ciudad se ve sacudida por ataques de tal magnitud, que han dejado al menos nueve muertos. Las autoridades del país del cedro ya están advirtiendo que estas cifras podrían incrementarse, ya que los enfrentamientos continúan activos en la frontera entre Israel y Líbano.

Las fuentes militares israelíes informaron sobre un bombardeo dirigido al cuartel general de la inteligencia de Hezbolá, así como a su oficina de comunicación, lo que refleja un intento de desmantelar la infraestructura del grupo. El Ministerio de Salud del Líbano ha confirmado que, además de los nueve fallecidos, al menos catorce han resultado heridos en el ataque. Además, se están llevando a cabo análisis de ADN en los restos encontrados para determinar el número real de víctimas mortales.

La Agencia Nacional de Noticias libanesa (ANN) reportó bombardeos en varios barrios de Beirut, entre ellos Haret Hreik y Burj al Barajna, donde un edificio fue completamente destruido en la zona de Muawad. Los expertos han señalado que en este ataque se utilizaron ‘bombas de fósforo prohibidas internacionalmente’, una violación grave de normas humanitarias.

Mientras tanto, las Fuerzas Armadas israelíes no han especificado en sus comunicados qué áreas exactas de Beirut fueron atacadas, generando mayor tensión y confusión en la población civil.

Las ofensivas no se limitan solo a la capital libanesa, ya que las fuerzas israelíes también están concentrando su poder en el sur y el este del Líbano, donde se encuentran los principales bastiones de Hezbolá. La situación ha escalado al punto que un soldado libanés ha perdido la vida en un ataque directo contra un convoy de la Cruz Roja que intentaba evacuar a las víctimas en el sur del país. Cuatro voluntarios y otro soldado también resultaron heridos en el incidente.

Desde que comenzaron los ataques israelíes, cerca de 2,000 personas han perdido la vida, y más de 1.2 millones han sido desplazadas de sus hogares, según datos del Gobierno libanés, lo que provoca un escenario humanitario devastador.

Además, en medio de la invasión terrestre, el Ejército de Israel ha ordenado la evacuación de cerca de 20 pueblos en el sur del Líbano, incluyendo Nabatieh, una de las áreas más afectadas por los bombardeos recientes. Esta es la tercera evacuación solicitada en menos de una semana, mostrando la gravedad de la situación y la inminente amenaza para los civiles. Israel ha recomendado que aquellos que puedan, se trasladen al norte del río Awali, situado a más de 50 kilómetros de distancia de la frontera con Israel.

La situación se complica aún más con los informes sobre que Israel ha abatido a unos 60 combatientes de Hezbolá, atacando alrededor de 200 objetivos del grupo en territorio libanés en el último día. Por su parte, Hezbolá ha respondido lanzando al menos 120 cohetes hacia el territorio israelí, creando alarmas antiaéreas en varias áreas, como la Alta Galilea.

A nivel internacional, los rebeldes chiíes hutíes de Yemen también han hecho eco de la situación al reivindicar un nuevo ataque con drones contra Tel Aviv, lo que añade una capa más de complejidad a esta crisis ya de por sí tensa.

En el contexto de este caos, Irán, a través de su presidente Masud Pezeshkian, ha reafirmado su apoyo a las ‘facciones de resistencia’ en Palestina y Líbano y advirtió que Israel enfrentará consecuencias por sus acciones. En funcionamiento paralelo, Irán ha convocado a embajadores de Alemania y Austria para protestar por lo que considera un ataque injustificado de los líderes del G7 hacia su país.

Con estos eventos en curso, el futuro del Líbano y su población permanece incierto en medio de un ciclo de violencia continua.