En la emocionante vigésima tercera fecha de la Primera División del fútbol argentino, River Plate se enfrentó a Independiente Rivadavia en un electrizante partido que culminó con una sorpresiva victoria para los mendocinos con un marcador de 2-1.

El encuentro, desarrollado en el estadio Malvinas Argentinas, se definió por la intensidad y garra mostrada por Independiente Rivadavia. El triunfo comenzó a forjarse temprano en el primer tiempo cuando Sebastián Villa, el mediático exjugador de Boca Juniors, abrió el marcador con un gol impresionante que dejó a la defensa de River Plate desconcertada.

No obstante, el equipo visitante no se quedó de brazos cruzados y logró igualar el partido a través de un penal ejecutado por Facundo Colidio en el minuto 39. Sin embargo, en una dramática vuelta de eventos, Villa volvió a brillar en el minuto 90 al asistir a Ezequiel Ham, quien selló la victoria para la Lepra en los últimos instantes del encuentro.

El verdadero espectáculo, sin embargo, llegó tras el pitazo final. La tensión acumulada en el juego estalló en una serie de incidentes violentos cuando se alegó que Sebastián Villa provocó a los jugadores de River Plate, lo que llevó a la policía a intervenir en situaciones que rápidamente se salieron de control.

Las cámaras de televisión captaron un tumulto en el centro del campo donde incluso se produjo un puñetazo dirigido a 'La Roca', jefe de seguridad de River Plate, lo que acentuó la gravedad de los altercados. Además, se vio a Gonzalo 'Pity' Martínez y otros jugadores intentando confrontar a Villa en las escalinatas del estadio, dejando en evidencia la carga emocional del partido.

Este escándalo ha encendido un fuego en las redes sociales, donde los aficionados discuten el comportamiento de Villa y su papel en la historia reciente del fútbol argentino. Con este triunfo, Independiente Rivadavia no solo roba puntos cruciales a un gigante como River sino que también se convierte en el centro de atención de todos los medios, siendo un claro recordatorio de que el fútbol argentino nunca es monótono.