En las primeras horas del lunes, la denunciante de Manuel Monsalve fue ingresada de urgencia a un hospital tras experimentar una intensa crisis física y emocional. Según fuentes cercanas, esta alarmante situación se desencadenó después de una reunión por Zoom con su abogada el sábado, donde se evidenció el deterioro de su salud.

La mujer, funcionaria de la Subsecretaría del Interior y de tan solo 32 años, fue trasladada al centro asistencial pasada la medianoche del domingo. Afortunadamente, su condición no es de riesgo vital, aunque su diagnóstico permanece reservado. Funcionarios del hospital se han rehusado a proporcionar detalles sobre su estado, lo que ha generado aún más inquietud en su círculo cercano.

A través de un comunicado, su familia y equipo legal, encabezado por la abogada querellante María Elena Santibáñez, revelaron que se encuentra en un estado de inconsciencia y recibe atención médica constante. Los familiares están profundamente preocupados, enfatizando que su prioridad es la recuperación física y emocional de la denunciante.

Cabe mencionar que el entorno de la víctima ha señalado la posibilidad de un traslado a Santiago para recibir un tratamiento médico más exhaustivo. Esta crisis se produce en un momento delicado posterior a su denuncia, presentada el 8 de octubre, justo antes de que se tomara una licencia médica.

Un punto de preocupación ha sido su exposición mediática, que ha intensificado la presión emocional que enfrenta. La abogada de la denunciante sugirió que ella se mudara junto a su familia, ya que el acoso y las llamadas inquietantes —incluso de Manuel Monsalve—, han impactado negativamente su bienestar.

Es importante destacar que, mientras se desarrollan estas delicadas circunstancias, las audiencias relacionadas con Manuel Monsalve, quien está bajo la lupa por mal uso de gastos reservados, han sido aplazadas. La reconfiguración de su equipo legal indica que se avecinan cambios significativos en su defensa, lo que podría arrojar más luz sobre este complejo caso.

La situación es más que alarmante; refleja el alto costo emocional que el proceso de denuncia puede implicar para las víctimas. Este caso ha resonado en la sociedad, despertando una ola de empatía y apoyo, pero también suscitando preguntas sobre la protección y el respeto que deberían recibir quienes se atreven a alzar la voz ante abusos de poder. La familia de la denunciante ha solicitado un respeto absoluto por su privacidad en estos momentos de crisis, evidenciando el sufrimiento que muchos están dispuestos a ignorar. La historia de la denuncianta de Monsalve aún está lejos de terminar y su salud es un recordatorio del dolor que acompaña al proceso de búsqueda de justicia.