El 18 de diciembre de 2023, un grupo de políticos argentinos, liderados por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se reunió en Rosario frente al Monumento a la Bandera para anunciar una estrategia sin precedentes en el país: el plan “Bandera”, la gran apuesta del gobierno de Javier Milei para combatir la inseguridad y el narcotráfico en la región.

Esta reunión no fue casual en una ciudad que ha sido considerada la más peligrosa de Argentina, con 228 homicidios en 2022, la mayoría vinculados a bandas criminales. Siete meses después de la implementación del plan, las autoridades han comenzado a observar resultados positivos, destacando que agosto fue el primer mes en el que Rosario no registró ningún homicidio.

Bullrich celebró este hito, asegurando que nunca se habían visto cifras tan bajas en el pasado. “Esto es crucial, ya que se decía que la situación en Rosario se iba a expandir por toda la nación, pero logramos controlar a las bandas”, afirmó.

Según datos oficiales, esta es la primera vez desde que se comenzaron a llevar estadísticas criminales en 2013 que no hay asesinatos en un mes. Además, se reporta una reducción del 65% en homicidios entre enero y agosto de 2023, pasando de 188 a 66 asesinatos.

El 2023 concluyó para Rosario con una tasa de 22 homicidios por cada 100,000 habitantes, cifra que es cinco veces mayor que el promedio nacional. Sin embargo, los expertos coinciden en que la reducción de la criminalidad no se debe solo a un único factor, sino a múltiples intervenciones que han mejorado considerablemente la eficacia policial, incluyendo una mayor inversión de recursos humanos y financieros.

"Las estadísticas son claras en cuanto a la disminución de homicidios relacionados con conflictos entre bandas”, explica Sebastián Basso, profesor de la UCA. La colaboración interinstitucional ha sido clave: el número total de patrullas se disparó de 20 a 239, un incremento del 582%, lo que ha reducido el tiempo de respuesta ante emergencias de 20 a solo 6-8 minutos.

Con el carácter federal del plan, Rosario recibió 1,755 agentes de distintas fuerzas de seguridad. En aquellas áreas donde se implementaron controles, la tasa de homicidios disminuyó un 74%, junto con un aumento del 500% en la incautación de cocaína, evidenciando el enfoque en desmantelar operaciones narco.

Además, se han realizado reformas en el sistema penitenciario, limitando los contactos de líderes criminales con el exterior, lo que dificulta su capacidad de operar desde la cárcel. Se proyecta que, para 2026, se construya el Centro Reclusorio para Internos de Alto Perfil, destinado a albergar a más reclusos, mitigando el riesgo de colapso del sistema carcelario actual.

La noticia sobre el mes sin homicidios tuvo un impacto significativo en Santa Fe, provincia crucial para el equilibrio político en Argentina. Sin embargo, el gobernador Maximiliano Pullaro ha tenido un enfoque cauteloso respecto a la euforia por las estadísticas, prefiriendo mantener un perfil bajo ante este cambio.

En un giro interesante, se ha mencionado el rol positivo de pastores evangélicos en penitenciarías y barrios vulnerables, lo cual podría haber contribuido a la disminución de nuevos reclutamientos en las bandas narco. La presencia religiosa se ha vuelto un factor en la estrategia de prevención del crimen, mostrando que la lucha contra la criminalidad puede involucrar diferentes frentes.

Sin embargo, esta aparente tregua se vio interrumpida a principios de septiembre, cuando Samuel Medina, yerno del líder narco de Los Monos, fue asesinado en un tiroteo, recordando a todos que el camino hacia la seguridad sigue siendo un desafío. A pesar de este retorno a la violencia, los números generales siguen mostrando una tendencia a la baja, lo que mantiene la esperanza en Rosario.