Ciencia

¡Increíble descubrimiento! Resucitan una planta bíblica con propiedades curativas a partir de una semilla de 1.000 años

2024-10-10

Autor: Benjamín

Hace más de 40 años, en el desértico paisaje de Judea al norte de Jerusalén, un equipo de arqueólogos realizó un hallazgo impresionante: una semilla antigua, dormida durante más de un milenio en una cueva, fue desenterrada. Esta pequeña joya de la natura, que se había mantenido en condiciones perfectas, no era un simple artefacto, ¡sino un tesoro que podría cambiar nuestra comprensión de la botánica y la medicina!

El descubrimiento tuvo lugar en Wadi el-Makkuk, una región desértica conocida por su árido clima, que ayudó a conservar la semilla desde los años 993 hasta 1202 d.C., un período crucial en la historia del Medio Oriente. Las inusuales condiciones de sequedad y la protección natural del suelo ayudaron a que esta semilla llegara intacta hasta nuestros días. Las preguntas surgieron: ¿cómo fue posible que esta semilla sobreviviera tanto tiempo y qué secretos ocultaba?

A pesar de su larga hibernación, la semilla de Judea demostró contar con el potencial de brotar. Sin embargo, los científicos enfrentaron el desafío monumental de germinar este antiguo ícono. Liderada por la doctora Sarah Sallon, directora del Centro de Investigación de Medicina Natural Louis L. Borick, la misión para dar vida a esta planta fue meticulosa y laboriosa.

Inspirados por otros experimentos exitosos con semillas de palmeras de siglos de antigüedad, el equipo utilizó un enfoque innovador que implicó remojar la semilla en una mezcla de hormonas y nutrientes antes de plantarla en suelo esterilizado. ¡Y el milagro ocurrió! En solo cinco semanas, un pequeño brote emergió, prometiendo revelar el misterio que rodeaba su especie.

A medida que el brote crecía, los investigadores se enfrentaron a un nuevo reto: determinar de qué especie se trataba. A través de análisis detallados, el equipo descubrió que el árbol, posteriormente denominado Sheba, había alcanzado los tres metros de altura, pero aún no había producido frutos o flores que permitieran su identificación. La incertidumbre persistía mientras los científicos esperaban pacientemente el siguiente paso.

El equipo comenzó a especular sobre la posible relevancia histórica y medicinal de este árbol. La doctora Sallon determinó que podría estar relacionado con el famoso bálsamo de Galaad, una resina medicinal mencionada en la Biblia, que se empleaba para tratamientos curativos. Este bálsamo era famoso en la antigüedad por su valor y eficacia en la sanación, pero a lo largo de los siglos, su origen se había perdido.

Mientras llevaban a cabo rigurosos análisis fitoquímicos, los científicos notaron que, aunque el árbol no producía el aroma característico del bálsamo de Judea, contenía compuestos llamados guggulteroles, que poseen propiedades medicinales, incluyendo la capacidad de combatir el cáncer. Aun sin ser el bálsamo de Galaad, los hallazgos apuntan a que este árbol podría haber sido una fuente de otro bálsamo medicinal antiquísimo, conocido como tsori.

Quizás uno de los aspectos más fascinantes de la planta Sheba es el potencial medicinal que se almacena en sus hojas y resina. Investigaciones anteriores en plantas del género Commiphora han señalado que estas especies tienen valor en la medicina tradicional, lo que otorga al árbol una importancia renovada en la búsqueda de nuevos tratamientos.

Adicionalmente, el escualeno, una sustancia con propiedades antioxidantes que se ha encontrado en diversos organismos, se detectó en gran concentración en este árbol. Su uso va desde aplicaciones en cosméticos hasta su inclusión en algunas vacunas como potenciador inmunológico.

El descubrimiento notable de un árbol de una semilla de más de 1.000 años no solo fascina, sino que también destaca la importancia de la conservación de semillas en el contexto científico actual. Los logros obtenidos con el árbol Sheba demuestran cómo la naturaleza puede preservar secretos genéticos durante milenios y cuánto podemos aprender al estudiar las especies que han desaparecido o están en peligro.

Los estudios liderados por la doctora Sallon fueron una muestra de la colaboración internacional, incluyendo a expertos de todo el mundo, que juntemos esfuerzos para resolver los enigmas del pasado. El Instituto Arava de Estudios Ambientales también contribuyó, aplicando técnicas de germinación que habían demostrado ser efectivas en otros contextos.

A medida que avanzan las investigaciones, cada hallazgo sobre el árbol Sheba abre nuevos caminos hacia la comprensión de nuestras raíces botánicas y de cómo el pasado puede influir en el futuro de la medicina. Este descubrimiento resalta el poder de la ciencia y la cooperación internacional en la exploración de la biodiversidad y la historia. ¿Qué otros secretos nos depara el pasado escondido en las semillas antiguas?