Un reciente estudio ha sacudido las bases de nuestra comprensión sobre la conciencia animal: el pulpo Costello podría ser la primera prueba de que estos invertebrados de ocho brazos no solo tienen comportamientos complejos, sino que además podrían soñar. Este hallazgo se originó cuando un equipo de investigadores de la Universidad Rockefeller de Nueva York observó conductas inusuales en un pulpo macho de arrecife brasileño apodado Costello, lo que llevó a replantear la cognición de estas criaturas fascinantes.

Los científicos se encontraron con Costello en una posición extraña: enroscado alrededor de un tubo de PVC, casi como si intentara estrangularlo. Esto suscitó gran curiosidad entre los investigadores, quienes decidieron revisar las grabaciones de la noche anterior. Para su asombro, observaron que el pulpo parecía salir de un estado de sueño, mostrando conductas defensivas como el lanzamiento de tinta, un comportamiento característico ante amenazas. Esto llevó a Marcelo Magnasco, biofísico de Rockefeller y coautor del estudio, a sugerir que el animal podría estar recordando "algo estresante", apuntando a la posible existencia de pesadillas.

Aunque los científicos notaron que Costello repitió algunas de estas acciones durante el día, aún no hay pruebas concluyentes que confirmen que los pulpos experimentan pesadillas. Sin embargo, la investigadora Tamar Gutnick del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa (Japón), quien no participó en el estudio, indicó que la idea de que los pulpos puedan soñar es muy plausible: "Dado que estas actividades presentan patrones coherentes que también se observan cuando los animales están despiertos, podrían interpretarse como repeticiones, sugiriendo así un estado de sueño".

Los hallazgos también revelan que los pulpos atraviesan distintas etapas de sueño, lo que indica una sorprendente complejidad cognitiva. Durante el llamado 'sueño tranquilo', el pulpo se presenta con un color uniforme, mientras que en las fases más activas, su piel muestra cambios en patrones y texturas.

Durante 52 días de grabaciones, se registraron cuatro episodios en los que Costello se despertó de forma abrupta y presentó movimientos erráticos. En uno de estos episodios, su color cambió a un rojo intenso y expulsó una nube de tinta, replicando un comportamiento típico ante ataques. Esto sugiere un vínculo entre sus sueños y situaciones de peligro, destacando la complejidad emocional de estos animales.

Este nuevo enfoque sobre los pulpos abre un campo fascinante para futuras investigaciones. La posibilidad de que estos animales experimenten emociones complejas y trastornos del sueño impulsaría una nueva mirada sobre su evolución y adaptación en el mar. ¿Podría ser que los sueños de Costello revelen más de lo que pensamos sobre la vida interior de los pulpos? ¡El misterio continúa!