
¡Increíble! La tecnología del pasado que mantiene vivas a las sondas Voyager después de 50 años
2025-03-19
Autor: Joaquín
Proveer energía a las naves espaciales puede parecer una tarea sencilla en la Tierra, donde la luz del sol es intensa. Sin embargo, en el vasto espacio, la luz solar se debilita rápidamente, volviendo los paneles solares ineficaces. Naves que viajan a la Luna o Marte requieren fuentes de energía alternativas para sobrevivir en un entorno tan hostil.
Soy astrofísico y he dedicado años a enseñar a estudiantes de ingeniería aeroespacial, una de las lecciones cruciales es que el espacio no perdona. Las naves enfrentan fuertes tempestades solares, radiación y cambios de temperaturas extremas, lo que obliga a los ingenieros a desarrollar soluciones innovadoras para alimentar misiones en los rincones más remotos del sistema solar.
¿Cómo logran las misiones más lejanas de nuestro sistema solar obtener energía? La respuesta está en una tecnología revolucionaria de la década de 1960: los generadores termoeléctricos de radioisótopos, o RTG. Estos ingeniosos dispositivos no son simples baterías; son fuentes de energía nuclear que permiten que las naves espaciales funcionen durante décadas, incluso a miles de millones de kilómetros de la Tierra.
Los RTG funcionan mediante la desintegración de elementos radiactivos como el plutonio-238, generando calor que se convierte en electricidad. Este proceso no depende de reacciones químicas, lo que los diferencia de las baterías convencionales que todos conocemos. La ventaja de los RTG es su capacidad para producir energía constante y predecible, vital para el funcionamiento de los sistemas de comunicación y los instrumentos científicos en condiciones extremas.
El principio detrás de esto se basa en el efecto Seebeck, descubierto en 1821, que permite convertir diferencias de temperatura en electricidad. En un RTG, el plutonio-238 genera calor que se transforma en energía eléctrica gracias a la interacción de thermocouples que aprovechan esa diferencia de temperatura.
Estos generadores han sido la clave del éxito de muchas misiones espaciales, incluyendo las emblemáticas sondas Voyager 1 y Voyager 2, lanzadas en 1977. Ambas sondas continúan enviando datos científicos desde el borde del sistema solar, a distancias impresionantes de 25,000 y 21,000 millones de kilómetros respectivamente. Este es un testimonio del ingenio humano en el diseño de estos RTG, que han funcionado durante casi 50 años sin fallos significativos.
Los RTG no solo son seguros, sino que han demostrado ser extremadamente confiables, lo que los convierte en la opción ideal para misiones prolongadas que se aventuran más allá de nuestro planeta. Sin duda, la tecnología de hace décadas sigue brindando descubrimientos y contribuyendo a expandir nuestra comprensión del universo. ¡Imagina lo que el futuro podría deparar con nuevas innovaciones en energía espacial!