En un sorprendente y escandaloso incidente, la municipalidad de Cartagena ha denunciado una brutal agresión ocurrida dentro de una sala de clases, donde un apoderado tomó la delantera en un ataque contra un docente.

Los hechos han llevado al municipio a presentar una querella criminal contra este padre, quien se enfrenta a acusaciones de lesiones leves y amenazas no condicionales. Esta grave situación se desencadenó luego de que el hombre se sintiera ofendido por la actuación del profesor durante una presentación artística de Fiestas Patrias, en la que participaba su hijo de tercer básico, el pasado 11 de septiembre.

La denuncia revela que el apoderado no solo golpeó al profesor, causándole una lesión en la cintura, sino que también se tomó la molestia de contactarlo en reiteradas ocasiones para proferirle amenazas. De hecho, la gravedad de sus palabras hizo que el docente temiera por su seguridad.

Pero, ¿quién es este apoderado? Según informes, ya tiene antecedentes penales. En 2016, fue condenado a 41 días de prisión por un robo con fuerza. Ahora, su comportamiento violento lo coloca nuevamente en el centro de la controversia, asumiendo el apodo de "choro de Conchalí" mientras amenazaba abiertamente a los presentes en el colegio.

Tras irrumpir en el aula, el individuo inició una incriminación desmedida al docente, exclamando que "tenía que dar cara", lo cual culminó en un empujón que dejó al profesor con una lesión medible. La agresión no solo fue física, sino que afectó profundamente la salud mental del educador, quien habla de una angustia constante desde el incidente.

La situación se volvió aún más tensa cuando el apoderado, al ser expulsado del establecimiento, continuó voces de amenazas vociferantes hacia el profesor, prometiendo agredirlo al salir del colegio. El día siguiente marcó un capítulo más oscuro en este conflicto, ya que el apoderado renovó su campaña de intimidación a través de llamadas telefónicas. En un tono amenazante, le dijo: "quiero hablar contigo, cítame al colegio para que aclaremos esto".

El temor palpable de la comunidad educativa refleja la gravedad de la situación, generando un ambiente de inseguridad que podría haber afectado el bienestar emocional no solo del profesor agredido, sino de muchos estudiantes presentes en ese momento. La municipalidad concluyó que la situación ha llevado al funcionario municipal a un estado de inseguridad absoluta y miedo constante ante posibles agresiones. Este episodio subraya la urgente necesidad de colocar medidas de seguridad y protocolos en las instituciones educativas para proteger a los docentes de situaciones de violencia.

Este incidente ya ha causado revuelo en la comunidad de Cartagena, generando debate sobre la violencia en las escuelas y la falta de alternativas efectivas para manejar conflictos entre padres y docentes.