La relación entre Irán y Venezuela ha alcanzado nuevos niveles de colaboración, marcando un giro decisivo en el panorama geopolítico de América Latina. Recientes reportes indican que figuras prominentes del régimen iraní han comenzado a adquirir propiedades en Venezuela, mientras que el gobierno de Nicolás Maduro ha ofrecido asilo político a miembros de la élite iraní en caso de crisis interna en su país.

Según informes de Infobae, esta relación, que ha ido creciendo durante las últimas décadas, ahora bordea áreas críticas como la cooperación militar y económica, lo que representa un desafío para la estabilidad regional.

Uno de los aspectos más destacados de esta alianza es la creación de una base para el desarrollo de drones en la base aérea El Libertador en Venezuela. Allí, se lleva a cabo la capacitación del personal militar venezolano en el uso de diversos modelos de vehículos aéreos no tripulados (UAV), como el ANSU-100 (Mohajer-2) y el ANSU-600 (Mohajer-6).

Estos drones, capaces de realizar misiones de reconocimiento y ataque, marcan un importante avance en la capacidad militar venezolana, gracias al apoyo directo de Teherán. Por ejemplo, el ANSU-600 está equipado con el sistema de armamento QAEM-5, que permite ataques guiados de precisión. A su vez, el ZAMORA V-1 (Shahed-131) se utiliza para operaciones ofensivas unidireccionales, lo que resalta su relevancia estratégica.

Pero la cooperación entre Irán y Venezuela no se limita al ámbito militar. Desde 2020, la fuerza Quds de Irán ha estado activa en el país latinoamericano, estableciendo vínculos económicos que incluyen vuelos directos entre Caracas y Teherán. A través de la aerolínea Mahan Air, se han realizado transacciones que involucran el intercambio de oro venezolano por petróleo iraní, eludiendo así las sanciones internacionales.

Además, se ha reportado que el regreso de Alex Saab, un empresario colombiano cercano al régimen de Maduro, ha sido clave para fortalecer estos lazos. Saab, vinculado a esquemas de lavado de dinero, ha facilitado acuerdos que refuerzan la colaboración económica entre ambos países.

Un giro alarmante se produjo en octubre de 2022, cuando una delegación cristiana del Ayatollah Alí Khamenei, líder supremo de Irán, visitó Venezuela y recibió garantías de asilo político de altos funcionarios venezolanos. Este gesto no solo refleja la solidez de la relación, sino que también genera inquietudes en la comunidad internacional sobre sus futuras repercusiones.

La creciente influencia de Irán en Venezuela tiene preocupaciones específicas para la estabilidad de la región. Con la negociación y posible venta de drones a otros actores en América Latina, se pone en riesgo el equilibrio de poder en la región y se desafía la efectividad de las sanciones internacionales.

Por otro lado, el embajador de Irán en Caracas, Hojat Soltani, juega un rol fundamental en la coordinación de actividades iraníes en Venezuela, desde tecnología hasta defensa, lo que subraya la profundidad y complejidad de esta nueva alianza entre Teherán y Caracas.

En conclusión, la relación entre Irán y Venezuela ha superado los límites de la cooperación económica y militar, adentrándose en minutos políticos estratégicos que podrían tener efectos duraderos en la estabilidad de América Latina. La comunidad internacional observa con preocupación este desarrollo, que podría cambiar el curso de la historia en la región.