La alarmante brecha de género en el ejercicio físico: ¿qué está impidiendo la salud femenina?
2024-11-25
Autor: Valentina
Un análisis revelador de The New York Times ha puesto de manifiesto una preocupante brecha de género relacionada con el ejercicio físico, que tiene consecuencias importantes en la salud y el bienestar de las mujeres. Un claro ejemplo de esta situación es el testimonio de Neha Ruch, una madre de 39 años de Nueva York, cuya historia resuena con la experiencia de millones de mujeres.
Neha, tras un ajetreado día dedicado a su familia, lucha por encontrar unos minutos para hacer ejercicio a las 6:15 de la tarde. Sin tiempo para cambiarse, improvisa una rutina en una elíptica ubicada en un pequeño espacio de su hogar. Sin embargo, las interrupciones son constantes: su hija pidiendo buenas noches y su hijo requiriendo ayuda para pasar el tiempo. Exhausta, eventualmente abandona su intento de ejercitarse para ceder a la fatiga y relajarse en el sofá. Esta experiencia ilustra un desafío habitual para muchas mujeres, que deben equilibrar sus necesidades personales frente a las demandas familiares, sacrificando frecuentemente su salud física y mental.
A nivel global, la disparidad en el ejercicio entre hombres y mujeres se ha confirmado mediante diversos estudios. Un análisis que incluyó a 400.000 estadounidenses reveló que solo el 33% de las mujeres cumplen con las recomendaciones de actividad aeróbica, en contraposición con el 43% de los hombres.
Además, una investigación de 2017 que abarcó 147 países encontró que esta diferencia se extiende a lo largo de diferentes etapas de la vida y contextos demográficos. Desde la infancia hasta la adultez, las mujeres todavía se enfrentan a obstáculos significativos que limitan su acceso y oportunidades para mantener un estilo de vida activo.
Especialistas indican que este "vacío de ejercicio" en las mujeres está estrechamente vinculado al tiempo y esfuerzo que dedican al cuidado del hogar y de otros. En muchas ocasiones, las mujeres asumen una carga desproporcionada de trabajo no remunerado, lo que repercute negativamente en su capacidad para dedicarse al ejercicio y al autocuidado.
Según la trabajadora social y terapeuta Stephanie Roth-Goldberg, sus pacientes suelen buscar momentos "donde puedan colarse" para hacer ejercicio, lo que implica que las mujeres a menudo solo se ejercitan cuando no tienen responsabilidades urgentes con la familia. Una encuesta de 2023 mostró que solo el 4% de las madres considera su propia salud como un indicador de éxito personal, mientras que un 31% prioriza la salud de sus hijos.
Las consecuencias de esta falta de actividad física son alarmantes. Aunque las mujeres tienden a vivir seis años más que los hombres, gran parte de su vida se desarrolla en condiciones de salud comprometida. Enfermedades crónicas como la cardiopatía, la diabetes y la depresión son más prevalentes entre las mujeres que no realizan suficiente ejercicio, afectando su calidad de vida, energía y bienestar emocional.
Un estudio reciente de 2024 aporta otra dimensión a este problema, sugiriendo que las mujeres pueden beneficiarse más que los hombres de la misma cantidad de ejercicio. La cardiológica Martha Gulati señala que aunque aún quedan interrogantes sobre este fenómeno, la evidencia sugiere que el ejercicio tiene efectos positivos adicionales en la salud femenina.
La brecha de género en la actividad física no comienza en la adultez; se manifiesta desde la infancia. La investigadora Melissa Bopp, de la Universidad Estatal de Pensilvania, advierte que los varones generalmente tienen más acceso a instalaciones deportivas y oportunidades de actividad física desde la adolescencia. En 2019, alrededor de 3,4 millones de niñas participaron en deportes escolares, en contraste con un millón menos que los varones. Esto puede llevar a que los hombres entren en la vida adulta con una mayor confianza en sus habilidades físicas.
Además, las mujeres a menudo expresan sentirse menos seguras al ejercitarse y enfrentan mayores tasas de acoso que los hombres, lo que puede desincentivar su participación en actividades físicas. Incluso si logran sentirse cómodas, las motivaciones detrás del ejercicio suelen diferir; las mujeres tienden a ejercitarse por razones estéticas, lo que puede incrementar la presión para cumplir con estándares de belleza, reduciendo su capacidad para aliviar el estrés.
Los expertos coinciden en que la mayor barrera para el ejercicio entre las mujeres es el tiempo disponible, influenciado por normativas sociales que regulan su utilización. Un informe de 2024 indica que las mujeres disfrutan, en promedio, de un 13% menos de tiempo libre que los hombres, debido a su elevada carga de trabajo en el hogar.
El grupo más afectado por esta dinámica son las mujeres de 35 a 44 años, quienes, en promedio, cuentan con una hora menos de tiempo libre al día. En hogares donde las responsabilidades son compartidas, el control sobre el tiempo libre de las mujeres es a menudo menor, ya que sus tareas a menudo deben ser realizadas en momentos específicos.
Eve Rodsky, autora del libro 'Fair Play', que ofrece soluciones para una distribución equitativa de las tareas del hogar, explica que las tareas asignadas a los hombres suelen ser más flexibles y pueden programarse en torno a sus horarios. Por el contrario, las actividades que deben realizar las mujeres frecuentemente deben coordinarse con las necesidades de otros, disminuyendo su tiempo para la autoatención.
A pesar de estos desafíos, existen varias estrategias que pueden ayudar a las mujeres a integrar el ejercicio en su rutina diaria. Bopp sugiere que ejercitarse con una amiga o compañera puede aumentar el compromiso y la comodidad en los espacios para hacer ejercicio. También es crucial cambiar la percepción del ejercicio, considerándolo como un elemento esencial del autocuidado que les permitirá cuidar de mejor manera a sus seres queridos. Gulati enfatiza que cualquier actividad física es beneficiosa, y pequeñas dosis de ejercicio durante el día pueden tener un impacto significativo a largo plazo.
A medida que la sociedad avanza, es fundamental que se implementen políticas y programas que promuevan la equidad de género en el ejercicio físico y la salud, garantizando que todas las mujeres tengan acceso a las oportunidades necesarias para mantener su bienestar.