El presidente francés, Emmanuel Macron, ha tomado una postura firme al exigir que la serie de Netflix 'Emily in Paris' permanezca en la capital de Francia, después de que los productores consideraran un posible traslado a Roma para la nueva temporada. Este debate ha captado la atención de medios de todo el mundo, y no es para menos.

En una reciente entrevista con la revista Variety, Macron expresó su desacuerdo con la idea de trasladar la producción a Italia, afirmando: "Lucharemos duro para que se queden en París. 'Emily in Paris' en Roma no tiene sentido". El presidente enfatizó que la serie no solo ha sido un éxito de audiencia, sino que también juega un papel crucial en la promoción de la imagen de Francia a nivel internacional, destacando la elegancia y el estilo de vida parisinos.

La noticia sobre el posible cambio de locación tomó a muchos por sorpresa, ya que el personaje principal, Emily Cooper, podría mudarse a Roma para seguir su carrera en el marketing de moda. Esta idea ha encendido un debate sobre la identidad cultural y la representación de lugares icónicos en la pantalla.

Además, Macron hizo mención especial del cameo de su esposa, Brigitte Macron, en la serie, donde ella tuvo una breve participación que, según el presidente, contribuyó a enriquecer la representación de Francia. "Me sentí súper orgulloso, y ella estaba muy feliz de hacerlo. Aunque solo fueron unos minutos, fue un gran momento para ella," comentó.

Sin embargo, la respuesta desde Roma no se hizo esperar. El alcalde de la ciudad, Roberto Gualtieri, respondió con ironía a las preocupaciones de Macron. "¿No tiene el presidente Macron asuntos más urgentes de que preocuparse? Por ejemplo, hay conflictos en Ucrania y en Medio Oriente, un huracán devastador en Estados Unidos vinculado al cambio climático, y varios otros temas críticos en Europa. Supongo que son más importantes que 'Emily'," indicó en una entrevista con Hollywood Reporter.

Este intercambio no solo refleja el choque de intereses culturales, sino también el trasfondo político y social que subyace en la industria del entretenimiento. La serie ha sido un fenómeno que ha generado no solo risas, sino también debates sobre la identidad y la imagen nacional. ¿Logrará Macron convencer a los productores de que París es el lugar ideal para la nueva temporada, o verán a Emily en las calles de Roma? La competencia cultural está servida, ¡y las apuestas son altas!