Ciencia

La Clase Media: Entre la Mutación Genética y la Esperanza Realista

2025-04-07

Autor: Santiago

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) ha revelado tres estadísticas inquietantes que, al ser analizadas de manera conjunta, delinean la imagen de una sociedad cada vez más dual. Este retrato está marcado por una fractura palpable que amenaza con desbordar, después de décadas de deterioro, a ese gran bastión de resistencia simbólica y fáctica que había protegido a la clase media argentina durante años frente a las múltiples crisis económicas. La clase media, tradicionalmente considerada el arquetipo de la identidad nacional, parece estar en una encrucijada.

Recientemente, el Indec señaló que la inequidad en la distribución del ingreso se mantiene en niveles alarmantes, que se asemejan a los del primer trimestre de 2022. El coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, fue de 0,43 puntos, mejorando ligeramente comparado con los 0,47 puntos del primer trimestre de 2024, que habían colocado a Argentina en niveles inaceptables de desigualdad, incluso superando a países como Paraguay y Ecuador. En contraste, en los años 70, cuando la pobreza era inferior al 5%, el Gini se situaba en 0,36 puntos, un indicador que aún exhiben economías más estables como la alemana, canadiense o española.

Otro dato alarmante es el incremento récord de la tasa de pobreza. La reducción a finales de 2024 fue considerable: descendió del 53% de la población (niveles críticos comparables a la crisis de 2001/2002) al 38%. Expertos como Martín Rozada prevén una baja al 35% en el primer trimestre de este año, gracias a una reducción significativa de la inflación. Sin embargo, esta cifra sigue siendo alarmante al compararla con el piso del 26% alcanzado por el gobierno de Mauricio Macri en 2017, o el 27% de Carlos Menem en 1993, en el apogeo de la convertibilidad.

El tercer indicador relevante es la tasa de desempleo. A finales de 2024, se reportó un índice de 6,4%, un resultado ingente comparado con el desbordante 24% de mayo de 2002. El mercado laboral actual ofrece oportunidades de empleo, al igual que en las décadas de 1970 y 1980, pero la naturaleza de esos trabajos apenas se asemeja a los que garantizaban una vida digna y un nivel de pobreza bajo.

A pesar de esta aparente mejora, la población argentina enfrenta una dura realidad. Una reciente encuesta realizada por Opinion Lab revela que el 60% de los encuestados considera que la calidad de vida actual es inferior a la de los años 80 y el 57% siente lo mismo respecto a la educación. Este deterioro en las condiciones de vida y el acervo cultural ha llevado a que uno de cada tres argentinos sienta que la pobreza ha superado a la clase media, y otro tercio esté convencido de que esta batalla se libra constantemente.

A lo largo de 2024, se realizaron investigaciones adicionales que destacan la creciente dualidad de la sociedad. La clase alta, aunque controlando sus gastos, percibe un futuro más prometedor. La clase media alta ha logrado adaptarse a la crisis y aunque vive al límite con sus gastos fijos, se siente relativamente segura. En contraste, la clase media baja ya no puede permitirse marcas premium y su consumo se ha deteriorado notablemente, mientras que la clase baja se conforma con evitar caer en la marginalidad.

En este contexto crítico, Argentina tiene una posibilidad histórica por delante. Según datos de Aleph/Ecolatina, el sector energético podrá alcanzar exportaciones de 30.000 millones de dólares anuales para 2030. Agregando otros sectores como minería, conocimiento e industria agrícola, se proyecta que los ingresos podrían superar los 80.000 millones de dólares en comparación con 2024.

Esto plantea dos interrogantes fundamentales. Primero, ¿cómo cruzamos el largo puente que nos separa de 2030? Y segundo, en caso de tener éxito, ¿cómo será un país que sea sustancialmente más poderoso que el actual? ¿Podemos reconstruir una sociedad homogénea donde el gen de clase media no sea aplastado por el de la pobreza? ¿O seremos más ricos pero más fragmentados?

Esta inquietud me llevó a escribir mi ensayo 'Clase Media: Mito, Realidad o Nostalgia', donde planteo cuestiones cruciales sobre quiénes queremos ser como sociedad. El sociólogo y filósofo Edgar Morin, a sus 103 años, resalta la importancia de equilibrar el esfuerzo (prosa) y la celebración de la vida (poesía). La clase media, sin saberlo, se convierte en cultivadora de esta filosofía, ya que su deseo más profundo es dotar de poesía a una vida que, por sí sola, está llena de prosa. Aún en esta realidad compleja, se sienten con fuerza aquellos anhelos de 'el buen vivir' y la esperanza de un futuro más robusto y solidario.