La crisis demográfica en Chile: ¿El auge inesperado de los sobrinos afortunados?
2025-01-01
Autor: Pedro
En las últimas décadas, Chile y otros países como España han enfrentado una alarmante caída en sus tasas de natalidad y fecundidad. En el caso de Chile, la tasa de natalidad es de apenas 12 por mil habitantes, con una fecundidad de solo 1,5 hijos por mujer. En España, la situación es aún más crítica con cifras de 7 por mil y 1,2, respectivamente. Estas tendencias han comenzado a impactar profundamente en la estructura social y familiar de estas naciones.
La reducción de la población no solo afecta al mercado laboral, despertando temores sobre quién financiará las futuras pensiones, sino que también plantea dudas sobre el futuro de las relaciones familiares intergeneracionales. Cada vez más personas optan por no tener hijos, lo que alterará significativamente la transmisión de recursos y apoyo familiar, haciendo de los sobrinos los nuevos afortunados herederos.
Investigaciones realizadas por el centro de ciencias sociales COES, respaldadas por la World Inequality Initiative, están analizando las trayectorias de movilidad social en Chile. Este estudio destaca cómo el cambio en las dinámicas de procrear y las relaciones familiares afecta la manera en que se distribuyen los bienes. Ante la creciente cantidad de personas que no tendrán hijos, los sobrinos se convertirán en los principales beneficiarios de las herencias.
Esto se traduce en que los sobrinos recibirán beneficios de los esfuerzos económicos de sus tías y tíos que, al no haber tenido que invertir en una nueva generación, podrán acumular una considerable riqueza que, en muchos casos, será significativamente mayor que la que recibirían sus propios hijos si los hubiesen tenido.
En cuanto a la parte fiscal, en Chile el impuesto a las herencias varía según el monto heredado, y quienes heredan de un tío o tía enfrentan una carga tributaria mayor, alrededor del 27,5% si se considera la parte correspondiente al sobrino. Esto resalta el hecho de que, aunque la herencia sea considerable, el estado también se llevará una porción importante.
No solo el estado se beneficia de esta nueva configuración familiar; las organizaciones benéficas podrían ver una oportunidad dorada para recibir donaciones significativas de individuos que buscan dejar un legado después de su muerte. Esto podría llevar a una forma renovada de estatalidad de bienestar, donde los vínculos de la familia se redefinen por el imperativo de ayudar a otros en lugar de limitarse a la herencia familiar.
La reducción en la fecundidad y la transformación de los lazos familiares no solo define el futuro de la riqueza acumulada, sino que nos obliga a replantear el concepto de familia. La relación entre tíos, tías y sobrinos se potenciará, convirtiéndose en una dinámica habitual de apoyo mutuo, que combina cariño e interés.
Esto no será sin sus conflictos. La redefinición del concepto de familia y la distribución de la riqueza heredada generarán dilemas éticos sobre quién merece ser el beneficiario de esta prosperidad. Los tíos y tías, además, tendrán que reflexionar sobre cómo utilizar su riqueza para beneficiar no solo a sus sobrinos, sino potencialmente a otros en necesidad.
Así, la estructura de la familia tradicional se verá reformulada, abriendo la puerta a un sistema social más solidario que refleje los desafíos y oportunidades de un futuro donde la riqueza, en muchas ocasiones, ya no se transmita de padres a hijos, sino a sobrinos, amigos o causas que podrían necesitarlo más. En un mundo donde la tasa de reemplazo se encuentra apenas arriba de 2, los sobrinos afortunados podrían ser la imagen del nuevo paisaje social en Chile y otros países en crisis demográfica.