Argentina ha destinado una parte significativa de su presupuesto en investigación a varias disciplinas académicas, pero sorprendentemente, las ciencias sociales y humanas, comúnmente denominadas "ciencias blandas", están recibiendo sin embargo 1 de cada 5 pesos (21%) que se invierten en este ámbito. A pesar de las críticas que han enfrentado por parte de sectores afines al gobierno, estas disciplinas continúan desempeñando un papel crucial en el desarrollo crítico y analítico del país.

Mientras que las ciencias naturales y exactas reciben el 32,5% del presupuesto, seguidas de la ingeniería y tecnología con un 20,8%, y las ciencias agrícolas con un 15%, el espacio destinado a las Ciencias Sociales y Humanidades sigue siendo notable. En términos de investigadores, 1 de cada 3 (35,3%) se especializa en estas áreas; de ellos, el 24,6% está centrado en las ciencias sociales y el 10,7% en humanidades.

La información proviene del reciente informe "El estado de la ciencia 2024", elaborado por la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT) y divulgado por la OEI y Unesco. Este documento no solo rasgos una visión regional de la inversión, también destaca la alarmante situación de financiación en relación con otros países. Por ejemplo, solo Brasil invierte más de 1% del PIB en I+D, mientras que Argentina se queda en un 0,55%, muy por detrás de naciones desarrolladas como Estados Unidos (3,59%) y Corea del Sur.

El financiamiento de la ciencia en Argentina es predominantemente estatal, representando un 59,5% del total, con empresas públicas y privadas contribuyendo con un 20,7%. Las universidades, aunque solo representan un 1,2% del financiamiento, son responsables de ejecutar el 20,7% del total a través de colaboraciones con Conicet.

En cuanto al tipo de actividades investigativas, un 40,3% del financiamiento se destina a investigación aplicada, el 22,3% a investigación básica, mientras que el 37,5% se enfoca en desarrollo experimental. Esta distribución es comparable a la de países como España y Chile, pero se aleja del enfoque en desarrollo experimental que caracteriza a Estados Unidos.

En el ámbito de la investigación, Argentina cuenta con 96,171 investigadores, pero solo 58,803 están dedicados a jornada completa. En términos comparativos, el índice de investigadores por cada 1000 personas económicamente activas es 2,96 en el país, lo que revela la necesidad urgente de potenciar la inversión en este sector. Un dato destacable es que más de la mitad de los investigadores son mujeres (53,6%), posicionando a Argentina como un país pionero en esta materia dentro de la región.

Las universidades juegan un papel preponderante en la investigación, ya que el 57,2% de los investigadores trabajan en instituciones de educación superior. Esto resalta la importancia de fortalecer la educación y fomentar la colaboración entre el sector académico y el gobierno para incrementar la inversión en ciencia. Sin duda, la ciencia social y humana merece un lugar destacado en la agenda nacional para contribuir al progreso social y económico del país.