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Reviviendo la Catástrofe: El Tsunami Más Mortífero de la Historia en Indonesia

2024-12-28

Autor: Mateo

Hace 20 años, el mundo tembló ante una de las tragedias más devastadoras de la historia moderna. A las 7:58 de la mañana del 26 de diciembre de 2004, un potente terremoto de magnitud 9.1 sacudió Indonesia, lo que desencadenó un tsunami devastador que impactó múltiples costas del océano Índico.

El epicentro del sismo se localizó a 160 kilómetros de la isla de Sumatra, a 30 kilómetros de profundidad bajo el nivel del mar, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. Este evento fue el tercer terremoto más fuerte jamás registrado. El primero fue el de Valdivia, Chile (1960), de magnitud 9.5, seguido por el de Alaska en 1964, que alcanzó 9.2.

El terremoto y el tsunami dejaron daños irreparables en Indonesia y en diversos países costeros del océano Índico. National Geographic estima que el sismo liberó una energía equivalente a 1.500 veces la bomba atómica de Hiroshima. Este devastador terremoto, conocido como Sumatra-Andamán, es más comúnmente llamado por los científicos como el Boxing Day.

Varios días después del temblor inicial, se registraron fuertes réplicas llegando hasta 6.1 en la escala de Richter. Las secuelas fueron catastróficas, con un tsunami que mató a cientos de miles de personas.

Las olas del tsunami viajaron a velocidades de entre 500 y 1,000 km/h, alcanzando alturas de 60 centímetros en mar abierto, mientras que en aguas profundas llegaron a desbordarse hasta los 30 metros. Este fenómeno afectó no solo a las naciones del océano Índico, sino que se sintió incluso en lugares tan lejanos como Struisbaai, Sudáfrica, donde la marea subió 1.5 metros.

El impacto fue monumental: 227.898 personas perdieron la vida, siendo Indonesia el país más afectado, con alrededor de 170.000 fallecidos. Los sobrevivientes describieron las olas como "gigantes negros" que devastaban todo a su paso.

Las Islas Andamán y Nicobar, a solo minutos del epicentro, también sufrieron desastres, con muertes inmediatas causadas por olas de hasta 10 metros. En Sri Lanka, el tsunami llegó con una inundación marrón, dejando un saldo de 36.000 muertos. En Tailandia, algunas localidades, como Ban Thung Dap, vieron olas de hasta 19 metros que causaron la muerte de 8.000 personas.

India también fue devastada, reportando más de 12.400 víctimas. En contraste, Maldivas y Myanmar experimentaron efectos menos severos, con olas menores y, en el caso de Myanmar, solo 71 muertes.

Inclusive en Somalia, a 5.000 kilómetros del epicentro, se registraron olas de hasta 9 metros, con 300 víctimas fatales. Los estragos no solo fueron visibles en las pérdidas humanas, sino que también hubo un impacto ambiental significativo.

La salinidad producida por el agua del mar contaminó los acuíferos de agua dulce, haciéndolos inutilizables para la agricultura y dañando la microbiota del suelo necesaria para la recuperación de la tierra. Los sistemas de alcantarillado colapsaron, permitiendo la propagación de desechos y productos químicos que amenazaron la salud pública.

Expertos estiman que la recuperación de las naciones afectadas llevará décadas, subrayando la necesidad de preparación ante futuras catástrofes naturales. Esta tragedia nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de actuar rápidamente para mitigar las consecuencias de desastres de tal magnitud.