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"¡Sola frente a la tormenta!": la abogada que defiende a un violador en serie en Francia

2024-10-03

Autor: Joaquín

Béatrice Zavarro, una abogada de pequeña estatura, se encuentra en el centro de un caso que ha conmocionado a Francia. Su cliente, Dominique Pelicot, es acusado de ser uno de los peores criminales sexuales de la última década, relacionado con el aterrador acto de drogar a su esposa, Gisèle Pelicot, para que fuera violada por 50 hombres entre 2011 y 2020.

En un tribunal de Aviñón, al sur de Francia, Zavarro, quien defiende al acusado desde el pasado 2 de septiembre, ha declarado: "Mi misión es ayudar a entender, aunque se le odie, cómo pudo cometer estos actos despreciables". A pesar de la despreciable naturaleza de los delitos de Pelicot, Zavarro se enfrenta a un desafío diario: proporcionar una defensa efectiva a su cliente mientras navega por el odio público y las críticas.

El propio Pelicot, de 71 años, ha confesado los crímenes y busca la pena máxima de 20 años de prisión, asegurando que "todos lo sabían", lo que ha generado tensión en el aula judicial. Su abogada, acostumbrada a defender casos difíciles, sorprendentemente, a veces apoya los argumentos de los abogados de las víctimas, explorando así la dualidad de su rol en este caso tan mediático.

Zavarro, que ha sido objeto de numerosas amenazas veladas y mensajes malintencionados, se aferran a su convicción de que en un Estado de derecho todos merecen ser defendidos. "Decidí defender a Dominique Pelicot porque él me lo pidió. Depositó su confianza en mí", explica. Este caso, que tiene resonancia internacional, ha puesto a Zavarro bajo la luz de los medios, donde reconoce haber subestimado el impacto que tendría.

La abogada, de 55 años, quien ingresó al Colegio de Abogados de Marsella en 1996, ha tenido una carrera marcada por casos complejos. Su interés por el derecho penal no la define solo como abogada, sino como una mujer comprometida con la dignidad humana. En el pasado, representó al padre de Madison, una niña que fue secuestrada y asesinada, lo que demuestra su experiencia en delitos de gran impacto emocional.

En un contexto social donde la violencia de género es objeto de intenso debate, Zavarro viaja diariamente para asistir al juicio, recorriendo dos kilómetros desde su alojamiento en un barrio obrero. A menudo, se la puede ver caminando junto a su marido, Édouard, quien algunos confunden con su guardaespaldas, una reflexión más sobre la incertidumbre y la tensión que rodean a este caso.

La abogada ignora las críticas y se enfoca en la esencia de su trabajo, explicando que "hay que querer a la gente" para poder desempeñar este papel adecuadamente. La situación en la que se encuentra plantea preguntas difíciles sobre la justicia y las implicaciones éticas de defender a un criminal, pero Zavarro parece estar dispuesta a enfrentarlas. ¿Será capaz de encontrar un camino hacia la justicia en medio de este oscuro laberinto? ¡El juicio apenas comienza!