Luka Modric, el volante croata que ha deslumbrado al mundo con su talento y agilidad en el campo, es sin lugar a dudas uno de los jugadores más destacados del Real Madrid en la actualidad. Con 39 años y una trayectoria impresionante, su historia es un testimonio de superación y resiliencia.

Aunque su vida parece un sueño tras haber conquistado 6 Champions League y haber recibido el Balón de Oro en 2018, la niñez de Modric estuvo marcada por la adversidad. En 1991, cuando era solo un niño de 6 años, su familia se vio forzada a huir de la Guerra de los Balcanes, un conflicto que devastó su país de origen, Croacia.

La tragedia golpeó a la familia Modric cuando su abuelo, de quien Luka heredó su nombre, fue asesinado en diciembre de 1991 mientras regresaba a casa con un rebaño de cabras. El impacto de esa pérdida fue profundo, como Luka lo recordó en una entrevista: 'Era una persona muy importante en mi vida y su muerte me afectó mucho.' Este evento traumático influyó en su juventud y su deseo de buscar una vida mejor.

La búsqueda de paz llevó a la familia Modric a Zadar, donde encontraron refugio en un hotel, compartiendo espacio con otros refugiados. A pesar de las circunstancias, Luka encontró consuelo en el fútbol. Pasaba horas jugando con otros niños en el estacionamiento del hotel, una actividad que le permitió desconectarse, aunque fuera por un momento, de la dura realidad que enfrentaban.

Después de un tiempo en Zadar, su padre lo llevó a probar suerte en el NK Zadar, donde Luka comenzó a dar sus primeros pasos en el fútbol. Aunque enfrentó rechazos, incluido uno por parte del Hajduk Split debido a su estatura, su talento no pasó desapercibido. Tomislav Basic, del NK Zadar, fue fundamental para su carrera al recomendarle al Dinamo de Zagreb.

En el Dinamo, Modric empezó a brillar. Su persistencia y dedicación lo llevaron a convertirse en jugador del primer equipo a los 18 años y ser clave en la consecución de un título de liga. Luego brilló en el Mundial de Alemania en 2006 y alcanzó la gloria en el Mundial de Rusia en 2018, donde Croacia fue subcampeona.

Tras su paso por el Dinamo, el Tottenham se interesó en él, lo que marcó el inicio de su carrera internacional. En 2012, el Real Madrid lo adquirió, y desde entonces ha sido un pilar fundamental en el éxito del club, sumando títulos y continuando su legado.

Hoy, Luka Modric, a sus 39 años, sigue siendo una estrella en una era repleta de jóvenes talentos, demostrando que la pasión y la dedicación pueden trascender cualquier adversidad. Su historia no solo es un viaje personal de triunfo sobre la tragedia, sino también una inspiración para todos aquellos que sueñan en grande.