Un estudio reciente confirma que consumir más del 45% de nuestras calorías a partir de las cinco de la tarde puede tener graves consecuencias para nuestra salud. Esto no solo afecta los niveles de glucosa en sangre, sino que también puede contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes y la obesidad.

La sabiduría popular siempre ha abogado por la idea de que es mejor cenar temprano y optar por comidas ligeras, un consejo que muchas veces hemos escuchado de generación en generación. Sin embargo, la ciencia ahora respalda esta creencia, revelando que el horario de nuestras comidas juega un papel crucial en nuestro bienestar.

Los expertos sugieren que cenar más tarde puede alterar el ritmo circadiano de nuestro cuerpo, lo que a su vez afecta nuestra capacidad para procesar azúcares y grasas. Este desajuste metabólico puede llevar a un aumento de peso no deseado y a un mayor riesgo de diabetes tipo 2.

Además, las comidas tardías pueden estar relacionadas con una calidad de sueño deficiente, lo que crea un ciclo vicioso que impacta negativamente en nuestra salud. Si bien la cultura de algunas regiones del mundo promueve cenas tardías y copiosas, es evidente que este estilo de vida puede tener consecuencias severas para la salud a largo plazo.

Por ello, los nutricionistas recomiendan establecer horarios regulares para las comidas y priorizar cenas más livianas, preferiblemente antes de las 8 de la noche, para asegurar un mejor manejo de la glucosa y una salud óptima. Así que, ¡cuidado con esas cenas tardías! Tu cuerpo te lo agradecerá.