Salud

¡Alerta! La exposición al ozono en los primeros dos años podría arruinar la salud respiratoria de nuestros hijos

2025-04-08

Autor: Marta

Los primeros dos años de vida son cruciales para el desarrollo inmunológico y pulmonar de los bebés. Un estudio reciente revela un vínculo alarmante entre la exposición al ozono en este período y un incremento en el riesgo de asma y sibilancias en niños de 4 a 6 años. Lo más sorprendente es que este hallazgo se mantiene incluso en ciudades donde los niveles de ozono se consideran bajos.

Este estudio, publicado en JAMA Network Open en abril de 2025 y liderado por investigadores de la Universidad de Washington, analizó datos de 1.188 niños en seis ciudades estadounidenses como parte del consorcio ECHO-PATHWAYS. Los investigadores evaluaron la exposición al ozono desde el nacimiento hasta los dos años y su relación con diagnósticos posteriores de asma y sibilancias, revelando que incluso un aumento de solo 2 partes por billón (ppb) de ozono está asociado con un asombroso 31% más de probabilidad de diagnóstico de asma a los 4 años.

Además, se observó un incremento del 30% en el riesgo de sibilancias, lo que sugiere que el daño pulmonar relacionado con el ozono podría ser más grave durante la infancia temprana. Este tipo de contaminante, que aparece con frecuencia en el aire que respiramos, puede tener efectos perdurables a lo largo de la vida.

El ozono: un enemigo silencioso

El ozono troposférico, el contaminante que más frecuentemente supera los límites permitidos, no solo está vinculado a crisis asmáticas, sino que su impacto a largo plazo en la salud infantil ha sido subestimado. Este nuevo estudio presenta evidencia contundente sobre sus efectos adversos durante una etapa tan crítica del desarrollo infantil.

Se cree que, entre los 0 y 2 años, los pulmones y el sistema inmunitario de los niños están en pleno crecimiento. Con el uso de modelos de alta precisión espacial, los investigadores pudieron estimar los niveles de ozono en los hogares de los participantes, revelando efectos perjudiciales claros incluso en ciudades con niveles promedio bajos.

Los resultados fueron notables: a los 4 a 6 años, cerca del 12.3% de los niños tenía asma y un 15.8% presentaba sibilancias. Estos síntomas se reportaron a través de encuestas administradas a los cuidadores, evidenciando que aquellos más expuestos al ozono en su primera infancia mostraron significativamente mayores tasas de estos problemas respiratorios.

Y la historia no termina ahí. Los investigadores descubrieron que el ozono sirve como un componente clave, incluso cuando se consideran otros contaminantes, como el dióxido de nitrógeno (NO2) y las partículas finas (PM2.5). Sorprendentemente, el ozono se mantuvo como el principal responsable de los síntomas respiratorios incluso a niveles considerados moderados.

Entendiendo los riesgos acumulativos

El estudio también analizó la interacción del ozono con otros contaminantes, revelando que, cuando la PM2.5 estaba por encima de la media, el riesgo de asma aumentaba aún más. Este análisis enfatiza la necesidad de considerar no solo los efectos individuales de los contaminantes, sino cómo se potencian en combinación.

La salud pública infantil en riesgo

Con el asma como una de las enfermedades crónicas más comunes en los niños, identificar los factores de riesgo prevenibles durante la primera infancia es fundamental. Este estudio pone de relieve que incluso niveles moderados de exposición al ozono pueden tener consecuencias significativas para la salud respiratoria, lo que plantea inquietudes sobre los costos sanitarios, el ausentismo escolar y el impacto en la calidad de vida de los menores afectados.

Los autores del estudio abogan por que las regulaciones ambientales consideren no solo los efectos inmediatos del ozono, sino también sus repercusiones a largo plazo. Los hallazgos refuerzan la urgencia de implementar políticas de salud pública enfocadas en la prevención desde la etapa perinatal, protegiendo así a las generaciones futuras.

La vulnerabilidad infantil ante la contaminación ambiental

Este estudio se suma a la limitada pero creciente evidencia que muestra la vulnerabilidad de la infancia a la contaminación del aire. Aunque no se realizaron mediciones directas de ozono en interiores, la metodología empleada permite estimaciones precisas de la exposición ambiental, convirtiéndolo en una herramienta invaluable para estudios epidemiológicos.

En conclusión, el llamado es claro: necesitamos más investigaciones sobre el impacto del ozono y otros contaminantes en el desarrollo respiratorio infantil. Comprender cómo actúan estos contaminantes y en qué etapas del desarrollo son más afectados permitirá crear mejores estrategias de prevención que resguarden la salud de nuestros pequeños desde sus primeros días de vida. ¡No dejemos que una simple exposición al ozono comprometa el futuro de nuestros hijos!