¡Alerta! Los creadores de desinformación sacan provecho de la indignación en la red
2024-11-28
Autor: Carlos
La indignación es un poderoso motor de viralidad. Aquellos que manejan las redes de desinformación conocen este fenómeno a la perfección y lo utilizan para difundir narrativas engañosas. Un reciente ejemplo en España ocurrió con la DANA que afectó a Valencia, donde se dispararon las teorías conspirativas y las informaciones falsas, contaminando la conversación pública.
Un estudio impactante publicado en la revista Science revela que los posts en redes sociales con información errónea generan más indignación que aquellos que contienen datos verídicos. Esta emoción se convierte en el catalizador perfecto para la propagación de mentiras en la extensa red de internet. El doctorando en psicología y política social en Princeton, Killian McLoughlin, señaló que las personas tienden a compartir información indignante sin verificar su veracidad, ya que compartir puede ser visto como una validación moral o una forma de pertenencia a un grupo.
El resultado de esta investigación ha llevado a expertos como Ramón Salaverría, de la Universidad de Navarra, a afirmar que las emociones son fundamentales en la difusión pública de desinformación, destacando que la indignación es la emoción más relevante en este proceso.
Sander Van Der Linden, del Laboratorio de Toma de Decisiones Sociales de Cambridge, refuerza esta idea y sostiene que, aunque la indignación puede ofrecer recompensas sociales, no es una emoción que la mayoría de las personas busque experimentar. Además, sugiere que aquellos que comparten noticias, ya sean verdaderas o falsas, lo hacen para obtener interacciones que pueden llevar a recompensas financieras en plataformas como X.
Un dato alarmante es que los usuarios de redes sociales son más propensos a compartir información falsa sin leerla primero. Investigaciones han encontrado que tres de cada cuatro usuarios comparten posts sin siquiera hacer clic. Esto indica una tendencia en la que muchos mantienen la práctica de compartir solo titulares, lo que puede tener consecuencias desastrosas, como se ha evidenciado en múltiples ocasiones.
Ana Sofía Cardenal, de la Universitat Oberta de Catalunya, explica que los humanos operamos bajo dos sistemas cognitivos: uno rápido y automático que a menudo nos lleva a apresurarnos a compartir información, y otro más lento y reflexivo que raramente utilizamos. Esto se traduce en una simplificación excesiva de la información que consumimos y compartimos.
La propagación de desinformación no solo alimenta la polarización ideológica en la sociedad, sino que también significa que muchos creen estar bien informados simplemente por haber leído un titular. Este fenómeno, conocido como 'snacking informativo', hace que las personas se sientan satisfechas con un conocimiento superficial.
Para abordar este problemático escenario, los expertos opinan que deben ser las propias plataformas quienes actúen. Proponen medidas que cumplan con la función de frenar la velocidad a la que se comparte contenido, como incluir advertencias o señales que inviten a los usuarios a reflexionar antes de compartir información. Limitar el número de publicaciones que un individuo puede compartir también podría ser una alternativa eficaz.
Así que, la próxima vez que te encuentres a punto de compartir algo que provoca en ti una ola de indignación, ¡detente! Podría ser un bulo que, en lugar de ayudar, contribuye a desinformar a la población y perpetuar un ciclo nocivo de confusión y polarización.