La reciente dana que azotó la Comunitat Valenciana desnudó las fallas del sistema de emergencias. A pesar de lo que informó el gobierno valenciano, la Generalitat solo activó seis de los 56 helicópteros de bomberos forestales disponibles.

El día 29 de octubre, solo se movilizaron seis unidades para hacer frente a la emergencia en Utiel y Chiva, lo que supuso la movilización de apenas 36 profesionales. Para poner en contexto, si bien estos equipos estaban destinados a medir el caudal de los cauces, la situación crítica demandaba mucho más.

Lo más alarmante es que de las seis unidades movilizadas, cinco estaban incompletas, lo que implica que solo 30 bomberos forestales estaban realmente en el terreno para supervisar y ayudar.

¿Y los helicópteros? A pesar de contar con seis unidades helitransportadas, el Consell no utilizó ninguna de ellas en una jornada donde las comunicaciones y el abastecimiento estaban comprometidos. Esta decisión dejó a la Comunidad sin apoyo aéreo crucial, cuando la situación así lo requería.

Estos helicópteros, aunque no eran de rescate, podrían haber sido un salvavidas para entregar alimentos a las zonas incomunicadas o para trasladar equipos médicos. Expertos aseguran que una de estas unidades podría haber llegado a Utiel en menos de diez minutos, pero, inexplicablemente, no se movilizó.

La ineficacia se extendió también a las unidades terrestres. De los seis equipos enviados a la zona, cinco operaban con menos personal del necesario, aumentando el riesgo y disminuyendo su efectividad. Solo una unidad de Chelva llegó completa al lugar, mientras que el resto se vio limitadas en su capacidad para responder a la crisis.

La confusión reinó en la gestión de la emergencia. Unidades fueron enviadas a vigilar el barranco del Poyo, pero fueron retiradas rápidamente por órdenes del jefe operativo, lo que dejó a muchos áreas críticas sin supervisión.

La falta de información y de recursos adecuados durante esta dana subraya la necesidad de una revisión urgente de los protocolos de emergencia en la Comunitat Valenciana. Con el clima derrumbando el sistema, la comunidad se pregunta: ¿estamos realmente preparados para enfrentar lo impredecible?