El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha firmado un nuevo decreto que revoluciona la doctrina nuclear del Kremlin, permitiendo el uso de armas nucleares en caso de un ataque convencional. Este documento, que ha estado en preparación desde septiembre, fue oficializado tras la decisión de la Casa Blanca de autorizar a Ucrania el uso de misiles estadounidenses de largo alcance en sus operaciones en territorio ruso.

La nueva doctrina deja claro que, aunque las armas atómicas son consideradas la última opción, ahora su uso es contemplado si se presenta "una amenaza crítica a la soberanía y/o la integridad territorial" de Rusia. Este cambio de enfoque es preocupante, ya que amplía significativamente las circunstancias bajo las cuales Moscú podría considerar el uso de armas nucleares.

El documento establece que cualquier agresión por parte de un estado no nuclear, si se lleva a cabo con el respaldo de un estado nuclear, se considerará un "ataque conjunto". Esto implica que los aliados de Rusia, como Bielorrusia, podrían involucrarse en este protocolo, haciendo que la situación sea aún más volátil.

La doctrina se ajusta a la narrativa del Kremlin sobre la OTAN, que es definida como un potencial enemigo. No sólo las armas nucleares son consideradas una amenaza, sino también sistemas de defensa antimisiles y armas convencionales de alta precisión, lo que coloca a varias naciones en la mira de Rusia, intensificando así las tensiones geopolíticas.

Además, en un notable acuerdo, Putin y el líder bielorruso Aleksandr Lukashenko han acordado el despliegue de armas nucleares en Bielorrusia, elevando aún más la ansiedad en Europa Occidental. Esta colaboración militar genera alta preocupación en la comunidad internacional y podría llevar a una escalada significativa en la respuesta de la OTAN y sus aliados.

En un contexto más alarmante, medios estadounidenses como The New York Times han informado que el gobierno de Joe Biden ha dado luz verde a Ucrania para atacar objetivos en profundidad de Rusia, algo que el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha calificado de "una situación cualitativamente nueva" en el conflicto. Esta autorización para el uso de misiles ATACMS por parte de Ucrania intensifica la urgencia de la respuesta de Moscú.

A la par, el Kremlin busca sembrar la incertidumbre en Occidente con el anuncio de la producción masiva de refugios portátiles, llamados Kub-M, que podrán albergar a decenas de personas. Este movimiento ha sido interpretado como una estrategia para fomentar el miedo nuclear tanto dentro como fuera de Rusia desde el inicio de la invasión a Ucrania en febrero de 2022.

La nueva doctrina, junto a estos movimientos, establece un nuevo y peligroso paradigma en las relaciones internacionales, donde la amenaza de un conflicto nuclear se convierte en un factor crucial que podría influir en las decisiones de apoyo a Ucrania. La comunidad global se encuentra ante un escenario incierto, preocupándose por las posibles repercusiones de un Rusia cada vez más militarizada en su doctrina de defensa.