En un giro alarmante de los eventos, Rusia ha llevado a cabo un ataque impactante este jueves en Ucrania, utilizando un misil hipersónico secreto de medio alcance, conocido como Oréshnik, que tiene la capacidad de llevar cabezas nucleares. Durante una aparición pública, el presidente ruso, Vladímir Putin, aseguró que este misil fue probado en condiciones reales de combate, subrayando que Rusia está lista para responder a cualquier eventualidad.

El cohete, capaz de alcanzar velocidades de hasta Mach 10 (aproximadamente 3 kilómetros por segundo), impactó en una fábrica militar ubicada en la provincia de Dnipró, provocando un gran revuelo en el contexto internacional. Esta demostración de poder militar se enmarca dentro de un entorno de tensiones crecientes tras la autorización por parte de Estados Unidos y Reino Unido para que Ucrania ataque con misiles suelos rusos.

Las amenazas de Putin son claras: “Rusia se reserva el derecho de usar sus armas en respuesta a los países que facilitan los ataques en su contra”, advirtió durante su discurso. Además, aseguró que avisará antes de futuros ataques, afirmando que lo hará por razones humanitarias y abiertamente, destacando la dificultad de contrarrestar este tipo de armamento moderno.

Este lanzamiento de misiles se produce en medio de una confusión sobre la naturaleza del ataque. Mientras que las autoridades ucranianas sostenían que se trataba de un misil balístico intercontinental, lo cual representaría una escalada sin precedentes, fuentes estadounidenses desmintieron esta afirmación, recalibrando la narrativa hacia un misil balístico de medio alcance, habitual en conflictos bélicos.

Las Fuerzas Armadas ucranianas reportaron haber interceptado varios misiles lanzados por Rusia. Sin embargo, la ofensiva rusa, que incluía la utilización del conocido misil hipersónico Kinzhal, tuvo como objetivo infraestructuras críticas en Dnipró, alimentando aún más la preocupación por el impacto humanitario del conflicto.

Kiev, enfrentando una situación crítica, se vio obligado a implementar cortes de electricidad en varias regiones, incluido Dnipró, para estabilizar el suministro tras los ataques. Este proceso de escalada bélcica ocurre justo cuando Ucrania ha comenzado a utilizar misiles estadounidenses ATACMS en su territorio, lo cual ha exacerbado aún más las tensiones entre Occidente y Rusia.

El conflicto ha tomado un nuevo rumbo tras la firma de una doctrina nuclear por parte de Putin, que permite el uso de armas nucleares no solo en defensa del estado ruso total, sino también ante amenazas a su soberanía. Este desarrollo no solamente intensifica el riesgo de un enfrentamiento mayor, sino que también pone de manifiesto la creciente incertidumbre en la región.

La comunidad internacional observa con preocupación, ya que cualquier escalada en el conflicto podría tener repercusiones globales. La situación en Ucrania sigue siendo crítica y los ojos del mundo están fijos en Moscú y Kiev, aguardando el siguiente movimiento en un tablero geopolítico cada vez más volátil.