Este jueves, la tensión en Europa del Este ha alcanzado un nuevo pico tras las acusaciones de Kiev, que sostiene que Moscú ha llevado a cabo el lanzamiento histórico de un misil balístico intercontinental contra su territorio. Según informes de las Fuerzas Aéreas de Ucrania, el ataque se produjo entre las cinco y las siete de la mañana, y se lanzó desde la región de Astracán, ubicada a 1.000 kilómetros de Dnipro, el objetivo del ataque.

El tipo de misil utilizado no ha sido oficializado por las autoridades ucranianas, aunque medios de comunicación locales ya habían advertido sobre la posible utilización del RS-26 Rubezh. Este misil de nueva generación, diseñado para portar armamento nuclear, ha despertado alarmas en torno a una escalada peligrosa en el conflicto. Sin embargo, funcionarios del gobierno estadounidense han desmentido la afirmación de Ucrania, argumentando que se trató de un misil balístico convencional y no intercontinental.

El propio presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha emitido un comunicado que, aunque confirma la utilización de un 'nuevo tipo de armamento', minimiza el informe original de sus fuerzas aéreas al indicar que los parámetros del misil corresponden a un misil intercontinental. Por otra parte, el Centro de Comunicaciones Estratégicas del ejército ucranio ha reiterado la opinión de que este es un hecho sin precedentes en la historia de los conflictos armados.

El general francés retirado y experto militar Jérôme Pellistandri ha afirmado que, de confirmarse el uso de un misil intercontinental por parte de Rusia, esto marcaría una escalada sin precedentes en el conflicto, representando una amenaza directa a las capacidades de ataque de Moscú contra Occidente. Por otro lado, el medio de análisis militar ucraniano Defense Express ha subrayado que el uso de este armamento podría interpretarse como una demostración de fuerza más que una acción militar estratégica, puesto que el costo de desplegar un misil de tal magnitud no se justifica para atacar un objetivo militar específico.

El ataque a Dnipro no se limitó a un solo misil; se reportaron también múltiples lanzamientos que incluyeron misiles hipersónicos Kinzhal y varios otros misiles de crucero, de los cuales el ejército ucranio afirmó haber derribado la mayoría. El impacto de estas acciones, según fuentes ucranianas, estuvo dirigido a la infraestructura crítica de la ciudad, un momento clave en la escalada militar del conflicto.

Mientras tanto, las autoridades estadounidenses han mantenido su posición sobre el misiles, insistiendo en que no se trató de un misil de alcance intercontinental. Esto es crucial, pues las normativas internacionales dictan que cualquier prueba de dicha índole debe ser notificada previa a su lanzamiento para evitar un estado de alerta mundial.

En respuesta al bombardeo, las autoridades ucranianas están investigando las posibles víctimas y daños materiales, mientras que cortes de electricidad han sido implementados en varias regiones del país. Este ataque representa un serio desafío para Ucrania, ya que se efectúa apenas dos días después de que el país utilizara misiles ATACMS estadounidenses en territorio ruso, lo que suma a la preocupación internacional sobre la evolución de la guerra.

El presidente ruso, Vladímir Putin, aún no ha comentado respecto a este lanzamiento, a pesar de que la nueva doctrina nuclear de Rusia ya ha sido firmada, lo que podría intensificar aún más la inestabilidad en la región. Mientras tanto, la comunidad internacional continúa observando con preocupación la situación, mientras se enfatizan los riesgos de una guerra a gran escala en Europa del Este.