Una tragedia ha sacudido el pequeño municipio de As Neves, con apenas 4,000 habitantes, donde María Irene Rodríguez Gil, de 60 años, fue asesinada a puñaladas, supuestamente por su propio hijo, Abel Casal Rodríguez, de 20 años, que sufre de una grave enfermedad psiquiátrica. El incidente ocurrió en la entrada de su vivienda en la parroquia de Rubiás en un fatídico miércoles alrededor de las 21:20 horas.

Los gritos de la víctima hicieron que algunos vecinos se acercaran a ayudarla tras escuchar una acalorada discusión, aparentemente motivada por la negativa del joven a tomar su medicación prescrita. Al ingresar en la vivienda, las autoridades encontraron a María Irene en el suelo, ensangrentada y con múltiples heridas de arma blanca, siendo atendida por una vecina que había llegado al lugar.

Dentro de la casa, los agentes encontraron a Abel, quien también presentaba cortes en sus manos y una herida en su brazo. No opuso resistencia y, tras ser trasladado al centro de salud de Ponteareas, fue enviado al Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo por su estado de salud.

La Guardia Civil realizó una investigación exhaustiva, destacando que el cadáver de María Irene fue levantado a la medianoche en presencia de un juez. Se confirmó que no había denuncias previas contra Abel, quien había sido ingresado en hospitales en dos ocasiones anteriores debido a problemas psiquiátricos. Este triste desenlace ha dejado huérfanos no solo a Abel, sino también a otro hijo de María Irene, que no se encontraba en casa en el momento de los hechos, ya que se hallaba con su equipo de fútbol en Mondariz.

Amigas de la víctima compartieron que María Irene había expresado preocupación por la salud mental de su hijo y había intentado adelantar la cita de Abel con el psiquiatra, con el fin de recibir más apoyo. Un amigo cercano reveló que María Irene temía por el estado mental de su hijo, quien parecía empeorar y escuchaba voces, pero nunca había manifestado que su vida estuviera en peligro.

El alcalde de As Neves, José Manuel Alfonso González, ha pedido prudencia y llamado a la comunidad a ser proactivos ante situaciones de salud mental, subrayando la importancia de no estigmatizar a quienes sufren estas enfermedades. La tragedia ha generado tres días de luto oficial en el municipio.

Las autoridades han enfatizado la necesaria atención y el apoyo para las enfermedades mentales, especialmente tras la pandemia, que ha exacerbado estos problemas en muchos jóvenes. La fatalidad ha expuesto la urgencia de abordar el estigma y la falta de recursos para aquellos que enfrentan estas luchas. La comunidad, en estado de shock, ha estado unida en el recuerdo de María Irene, una mujer conocida por su amabilidad y su generosidad, características que contrastan trágicamente con la violencia que ha terminado con su vida. La historia de esta familia, marcada por la enfermedad y la desesperación, nos debe dejar una lección sobre la importancia de atender a tiempo los problemas mentales y el impacto devastador que pueden tener.