Al poner un pie en Bakú, lo primero que impacta a los visitantes es un inconfundible olor a metano en el aire, similar a un aroma a azufre. Este peculiar olor proviene de las numerosas explotaciones gasísticas y petroleras que rodean la capital de Azerbaiyán, tanto en tierra como en las aguas del Mar Caspio, que toca las costas de esta vibrante ciudad.

Este año, Bakú ha sido elegida como la sede de la cumbre del clima, lo que le otorga un significado especial. La ciudad es conocida no solo por su historia rica en la producción de petróleo y gas, sino también por su arquitectura moderna y su dinamismo cultural. Sin embargo, este orgullo petrolero plantea preguntas cruciales sobre la sostenibilidad y el futuro de la energía.

A medida que se llevan a cabo las conversaciones en el evento, Bakú, apodada la 'ciudad petrolera del mundo', se convierte en un símbolo de la lucha entre el desarrollo económico basado en los hidrocarburos y la urgencia de abordar el cambio climático.

Mientras los delegados se sumergen en debates sobre energías renovables y reducciones de emisiones, el contraste de la cumbre con el panorama industrial de la ciudad es palpable. Bakú no solo está construida sobre un mar de petróleo, sino que también tiene la oportunidad de reinventarse hacia un futuro más verde. ¿Podrá esta metrópoli, cuya riqueza está intrínsecamente ligada al oro negro, liderar el camino hacia un desarrollo sostenible? ¡La respuesta podría cambiar el rumbo del mundo!