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Caravaggio, aranceles y el sueño perdido de la América de los años cincuenta

2025-04-09

Autor: Marta

El pensamiento reaccionario se aferra a una idealización de un pasado que en realidad nunca existió, aún así se anhela regresar a una especie de Edén, ante un presente considerado como problemático, lleno de fenómenos como el pensamiento woke, el movimiento Me Too, la investigación sobre la esclavitud y su impacto en la historia de Estados Unidos, la Agenda 2030, la crisis climática y la igualdad de derechos, sin importar la raza, el sexo o la religión. La guerra arancelaria desatada por Donald Trump no solo refleja complicaciones en el comercio internacional, sino que también revela una nostalgia profunda por una América glorificada que se detuvo en los años cincuenta, antes del movimiento hippie y los grandes cambios sociales de la década de los sesenta.

Bill Bryson, un destacado autor estadounidense, ha sido un gran cronista de la vida en Estados Unidos. En obras como *Made in America* o *The Lost Continent*, ofrece una mirada fascinante a la vida en el Medio Oeste, un lugar que describe como el epítome de la insignificancia. Sus memorias, *Aventuras y desventuras del Chico Centella* (RBA, traducción de Pablo Álvarez Ellacuría), son un reflejo nostálgico de su infancia en esa América de ensueño de los años cincuenta.

Bryson certifica en su libro: “No puedo concebir que a lo largo de la historia haya habido un lugar o una época más agradables que Estados Unidos en la década de 1950”. Sin embargo, a pesar de esta imagen de felicidad en su infancia en Iowa, no oculta los problemas del racismo institucional que sufrían las comunidades afroamericanas, así como la intensa histeria anticomunista que recortó libertades de muchos. A lo largo de su relato, destaca que ningún país había conocido tanta prosperidad como Estados Unidos durante esa época dorada. La producción industrial estaba en su apogeo: mientras el 90% de los hogares contaban con frigoríficos a principios de los años cincuenta, el país representaba una enorme parte de la producción industrial mundial, con más del 40% de la electricidad y el 60% del petróleo del planeta.

Trump parece anhelar aquella América donde Bryson creció, como si el tiempo pudiera retroceder, ignorando los cambios socioculturales que han dado forma a la actual sociedad. Un triste recordatorio de este mundo idealizado puede encontrarse en Detroit, una de las ciudades más empobrecidas y violentas del país, que otrora fue un símbolo de la potencia industrial estadounidense. El Museo de Arte de Detroit, ubicado en un área en declive entre un centro en recuperación y barrios abandonados, alberga una colección impresionante de 65,000 obras, reflejando la opulencia de la industria automotriz de la región.

Este museo, uno de los mejores de Estados Unidos y del mundo, no solo posee obras de grandes maestros como Pissarro y Monet, sino que también fue pionero al ser el primer museo estadounidense en adquirir una obra de Van Gogh. Destacan dos piezas en particular: un Caravaggio titulado *Marta y María Magdalena* de 1598, uno de los pocos en circulación que se adquirió en 1973, y *El baile de boda* de Pieter Brueghel el Viejo, una obra emblemática que ha adornado cientos de portadas y pósters desde su compra en 1930. Estos tesoros artísticos nos transportan a un pasado glorioso, una era que aún persiste en la memoria colectiva, pero que también nos invita a reflexionar sobre los desafíos contemporáneos que enfrenta Estados Unidos.