Un grupo de científicos ha formado la Asociación de Realistas Climáticos (ARC), cuyos recientes hallazgos e informes han puesto en tela de juicio el alarmismo en torno al cambio climático, especialmente tras el reciente desastre natural causado por la DANA en Valencia el pasado 29 de octubre. Este evento ha generado un debate intenso en la sociedad y ha llevado a la ARC a enfatizar la importancia de aportar conocimiento científico para ayudar a la población a comprender y mitigar los efectos de fenómenos climáticos extremos, que, según la ARC, no van a desaparecer.

Estudios revelan que las inundaciones provocadas por DANA tienen una larga historia. Desde hace siglos, estas riadas han ocurrido en Valencia, con un registro de 26 inundaciones extraordinarias en los últimos siete siglos y una media de cuatro por siglo. Un dato interesante es que la mayoría de estas riadas se produjeron durante la Pequeña Edad de Hielo (siglos XIV-XIX), cuando las temperaturas eran notablemente inferiores a las actuales y los niveles de CO2 en la atmósfera eran un 33% más bajos.

La clave, argumenta la ARC, no es tanto la temperatura promedio, sino la actividad atmosférica, que ha mostrado un descenso remoto a medida que se han reducido las diferencias térmicas entre el ecuador y el Ártico. Este cambio, afirma, podría resultar en menos fenómenos climáticos extremos, no en más.

Además, el documento de la ARC desmiente abrumadoramente las afirmaciones de que el cambio climático ha aumentado la frecuencia o la intensidad de las riadas. Históricamente, la década de 1841-1850 marcó el pico en la ocurrencia de estas inundaciones, mientras que estudios recientes muestran que desde 1960 la tendencia ha sido a la baja.

Una verdad impactante revelada en el informe es que las muertes relacionadas con el clima han disminuido más del 90% en el último siglo. Esta estadística proviene de un artículo del profesor Lomborg en 2020 y muestra que las muertes por fenómenos no climáticos, como terremotos y tsunamis, no han visto un cambio significativo.

El informe también responsabiliza a las autoridades españolas de la falta de prevención y adaptación ante estos eventos climáticos inevitables, señalando que las medidas necesarias para proteger a los ciudadanos han sido ignoradas. Esta negligencia ha resultado en pérdidas de vidas y daños económicos que podrían haberse evitado. La ARC menciona que algunas soluciones han sido planificadas desde hace décadas, como la construcción de infraestructuras de control de inundaciones, la limpieza de los cauces para mejorar el drenaje y la regulación del uso del suelo en zonas propensas a inundaciones.

La necesidad de un sistema de alerta temprana robusto para situaciones de emergencia también se subraya, sugiriendo que se deberían llevar a cabo simulacros regulares e impartir instrucciones claras a la población sobre cómo actuar durante una inundación, con la cooperación de escuelas y medios de comunicación.