El Partido Popular Europeo (PPE) ha tomando una decisión sorpresiva al declarar su apoyo a Teresa Ribera como nueva vicepresidenta de la Comisión Europea, desafiando abiertamente la oposición de Alberto Núñez Feijóo. Manfred Weber, líder del PPE, ha confirmado que este apoyo es crucial para formar el nuevo gobierno de Ursula von der Leyen, a la espera de que Ribera comparezca en el Congreso, una exigencia planteada por Feijóo en un intento por socavar su idoneidad y desgastar al Gobierno español por su manejo de la reciente DANA.

Las tensiones entre los partidos han aumentado en los últimos días, especialmente después de que la coalición que lidera la UE se viera sacudida por la negativa del PPE a respaldar a Ribera, siguiendo la estrategia de Feijóo. Esta táctica buscaba también desviar la atención de la gestión de Carlos Mazón. A pesar de los intentos de Feijóo por mantener su veto, se ha hecho evidente que su posición podría aislar al PP español dentro de un grupo ya dividido.

El PPE planea votar a favor de Ribera una vez que haya culminado su comparecencia en el Congreso. Sorprendentemente, se ha retractado de exigir que Ribera se comprometa a dimitir en caso de ser investigada por su gestión de la DANA, una demanda que mostraba la frágil posición del PP español en el escenario europeo. Según la normativa de la Comisión Europea, la dimisión solo es requerida si lo solicita la presidenta, lo que plantea interrogantes sobre el futuro de la figura de Ribera.

La división dentro del PP se acentúa, ya que se admitió que podrían encontrarse solos en su rechazo a Ribera. "Votaremos en conciencia", afirmó Aitor Riveiro, un claro indicativo de la tensión que enfrenta el partido. Intentos de contener el daño podrían forzar a los populares españoles a votar en contra de la Comisión Europea en su totalidad, poniendo en riesgo sus relaciones con los demás comisionados y la propia Ursula von der Leyen.

Por otro lado, los socialistas, quienes inicialmente se opusieron a cualquier vínculo con candidatos de extrema derecha, han comenzado a considerar el apoyo a Raffaele Fitto, el candidato de Giorgia Meloni, para asegurar la designación de Ribera y la inclusión de la rumana Roxana Măncătău como vicepresidenta. Sin embargo, esta decisión no ha sido bien recibida por algunas delegaciones, como la francesa y la alemana, que amenazan con desestabilizar el acuerdo.

Acordar una postura sobre Fitto ha creado una profunda grieta dentro de los socialistas. Algunos eurodiputados franceses han defendido que, a cambio, el PPE debería comprometerse a no aliarse con la extrema derecha, aunque esta exigencia ha sido desestimada en las negociaciones actuales. Las conversaciones han demostrado que cualquier acuerdo quedará muy difuso y carecerá de un compromiso claro, lo que pone de relieve el dilema moral que enfrenta el PPE al negociar con fuerzas de extrema derecha en el Parlamento Europeo.

La situación es tensa y el futuro de la política europea está en la cuerda floja. El próximo miércoles, el PPE, socialistas y liberales se reunirán de nuevo para tratar de cerrar un acuerdo, pero el clima de desconfianza y las divisiones internas podrían arruinar cualquier posibilidad de consenso.