La tensión entre India y Pakistán ha alcanzado máximos históricos tras un devastador atentado en Pahalgam, Cachemira, donde 26 personas perdieron la vida y 17 quedaron heridas. En respuesta, el gobierno indio, liderado por Narendra Modi, ha tomado medidas drásticas, revocando todos los visados para ciudadanos pakistaníes a partir del 27 de abril.

India no solo exige la salida inmediata de todos los ciudadanos pakistaníes que se encuentren en su territorio, también ha instado a sus propios ciudadanos a evitar viajar a Pakistán. Esta respuesta ha desencadenado una serie de reacciones equilibradas por parte del gobierno pakistaní.

Pakistán ha reaccionado a esta provocación suspendiendo todos los acuerdos bilaterales con India y ordenando la salida de indios del país en un plazo de 48 horas. Además, han cerrado su espacio aéreo a las aerolíneas indias y han prohibido todo tipo de comercio, incluso aquel que pase por terceros países.

Uno de los problemas más críticos es la suspensión del Tratado de las Aguas del Indo, un acuerdo de 1960 que regula el uso de los recursos hídricos de la región. Con esta decisión, India podría afectar gravemente la agricultura pakistaní, lo que ha llevado al Gobierno de Pakistán a declarar que cualquier intento de manipular el flujo de agua será considerado un acto de guerra.

Este nuevo episodio de confrontación es parte de un largo conflicto territorial que se remonta a finales de la colonización británica en 1947, donde ambas naciones, junto con China, reclaman derechos sobre Cachemira.

El ataque, reivindicado por el grupo insurgente Frente de Resistencia (TFR), ha sido calificado por India como uno de los más mortales en décadas. Pakistán, por su parte, ha rechazado toda vinculación con el atentado y ha condenado el terrorismo en todas sus formas. En un comunicado, han instado a India a no explotar trágicas circunstancias para beneficio político y a asumir su propia responsabilidad en garantizar la seguridad de sus ciudadanos.

La situación, tensa y explosiva, sigue desarrollándose y podría tener implicaciones significativas para la estabilidad de toda la región. Las próximas horas y días serán decisivas para determinar si se alcanzará una solución pacífica o si, por el contrario, los conflictos se intensificarán aún más.