La Costa del Sol se encuentra en una situación crítica, atrapada entre la sequía moderada y severa. Para el próximo año hidrológico, se espera gestionar un volumen de agua superior al resto de la provincia, estimando un aporte de 200 litros por habitante al día. Sin embargo, este suministro no provendrá del Campo de Gibraltar.

Las autoridades locales analizan la posibilidad de incrementar el uso de pozos y plantas desaladoras, buscando que al menos un 30% de los recursos hídricos sean generados a través de estas fuentes propias. Esta estrategia surge como respuesta a la creciente preocupación por la escasez de agua y la necesidad de garantizar el abastecimiento durante los períodos de sequía.

Este cambio de enfoque se produce tras la finalización del bombeo de Rojas, lo que significa que, por el momento, no se contemplan trasvases de agua hacia Málaga. Las autoridades están decididas a encontrar soluciones viables que no solo mitiguen la crisis actual, sino que también aseguren la sostenibilidad del recurso en el futuro.

La gestión del agua en la región ha sido un tema acuciante en los últimos años, con múltiples discusiones sobre la necesidad de políticas más eficientes y la inversión en infraestructura. La comunidad espera que, con estas medidas, se logre terminar con la dependencia de fuentes externas y se pueda construir un sistema más resiliente.

Los expertos advierten que se deben implementar medidas complementarias, como políticas de ahorro de agua y la promoción de tecnologías más eficientes en el uso de este recurso vital. La situación sigue en constante evaluación, y será crucial que los ciudadanos colaboren en la adopción de hábitos más responsables en el consumo de agua.