En las últimas semanas, la desinformación relacionada con la DANA ha trastornado tanto aulas como comedores familiares. 'Esta ha sido mi peor semana desde que me dedico a la docencia', expresa el profesor Dr. J en redes sociales, reflejando la grave preocupación de educadores que se ven obligados a desmentir rumores dañinos y falsedades que han circulado entre los jóvenes.

El fenómeno de las fake news está teniendo un impacto devastador. Muchos adolescentes, en su búsqueda de información, confunden datos verídicos con bulos. Esto se evidencia en el relato de Soledad, madre de dos jóvenes, quien cuenta cómo su hijo de 12 años relató un debate en clase sobre las inundaciones en Valencia, durante el cual se mencionó un número alarmante de supuestos muertos. Aunque la información fue desmentida, los chicos continuaron compartiendo el vídeo falso en su grupo de chat.

Según estudios recientes, casi la mitad de los adolescentes tiene dificultades para identificar noticias falsas. Esto es alarmante, incluso en familias que se consideran informadas. 'La influencia de los medios digitales, especialmente de redes como TikTok, está empujando a los jóvenes hacia una información poco confiable', asegura la psicóloga Susana Piedra Zorilla, del Programa de Conductas de Riesgo de la UNAF.

Un estudio del International Computer and Information Literacy Study 2023 revela que casi la mitad de los jóvenes en España carece de las competencias digitales necesarias para discernir información confiable, lo que a su vez alimenta la propagación de bulos.

Además, la responsabilidad no debe recaer únicamente en los educadores. Los adultos también son culpables; reenviar mensajes sin verificar aún es común entre ellos. 'A veces pedimos a los jóvenes que hagan algo que nosotros mismos no hacemos', señala Carmela del Moral, de Save the Children.

La legislación educativa en España sugiere que la educación sobre peligros de la desinformación sea parte integral de la enseñanza digital. Sin embargo, muchos docentes sienten que no cuentan con las herramientas necesarias para enfrentarse a este reto en el aula.

Por lo tanto, ¿cómo pueden los padres y educadores abordar eficazmente este tema en casa y en la escuela? La clave es la educación activa. Expertos sugieren que, para ayudar a los adolescentes a desarrollar un pensamiento crítico, se deben fomentar conversaciones abiertas sobre lo que consumen en redes sociales. Hacer preguntas que inviten a la reflexión, analizar diferentes fuentes de información, o incluso desmenuzar lo aprendido en clase pueden ser estrategias efectivas. Además, es crucial involucrarse en el espacio digital de los jóvenes, promoviendo la alfabetización mediática desde edades tempranas.

A medida que la capacidad para distinguir entre la verdad y la mentira se vuelve más vital, también lo es adaptar nuestro enfoque educativo a las plataformas actuales. Mantenerse informado, desarrollar habilidades de verificación y promover el pensamiento crítico son pasos necesarios para proteger a nuestros jóvenes de la vorágine de desinformación que acecha en la era digital.