Actualizado a las 22:20

La situación tras la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) en Valencia sigue siendo crítica, con la cifra de víctimas mortales que ha alcanzado los 219, de las cuales 218 han sido identificadas. Además, 13 personas continúan desaparecidas. La tragedia, que comenzó el 29 de octubre, ha generado una ola de protestas en diversas localidades afectadas.

Una de las principales denuncias proviene de Paiporta, donde vecinos han realizado 'caceroladas' para expresar su descontento con la gestión del Gobierno tanto central como autonómico. Los manifestantes solicitan claridad y acción inmediata para abordar la devastación causada por la tormenta, que ha dejado a muchas comunidades sumidas en el caos.

Los equipos de Protección Civil y Emergencias están trabajando arduamente para limpiar las zonas inundadas. En Málaga, se están realizando tareas de recuperación, incluyendo el suministro de agua potable a áreas afectadas por cortes de suministro.

La vicepresidenta Susana Camarero ha sido nombrada nueva portavoz del Gobierno valenciano, lo que ha generado reacciones mixtas en la política. Mientras tanto, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, está programado para comparecer el 27 de noviembre ante el Congreso para dar cuentas sobre la gestión de la crisis.

La controversia también ha llegado a la Generalitat Valenciana, donde el presidente Carlos Mazón se enfrenta a críticas por la falta de comunicación y la respuesta tardía a la alerta de la DANA. Se ha revelado que más de la mitad de las víctimas mortales se encontraban en espacios cerrados, como casas y garajes, lo que resalta la gravedad del desastre y su impacto en la seguridad de los ciudadanos.

Mientras la situación se desarrolla, las autoridades han establecido oficinas de atención a los afectados, e incluso han anunciado que se habilitarán 44 nuevas oficinas en la Comunidad Valenciana para brindar apoyo a quienes han sufrido pérdidas.

En el ámbito psicológico, expertos advierten sobre el riesgo de trastornos emocionales en las víctimas, que podrían ser comparables a los sufridos por quienes han estado en conflictos bélicos. La recuperación no solo implica reparar los daños materiales, sino también atender a las secuelas emocionales que dejará esta catástrofe.

Finalmente, el Gobierno ha comenzado a desplegar recursos, incluyendo buques de la Armada, para ayudar en las labores de recuperación y reconstrucción. Las centenas de personas que se han manifestado pidiendo la dimisión de los líderes por su gestión reflejan el sentimiento de frustración y exigencia de responsabilidades en este momento tan crítico.

Es un recordatorio de la fragilidad de la vida y la importancia de la preparación adecuada ante desastres naturales.