Poco se sabe acerca de los habitantes de la isla Sentinel Norte, un lugar remoto en medio del océano Índico, a 1.200 km de la India continental. En este rincón del mundo, la tribu sentinelesa vive completamente aislada, y su forma de vida sigue envuelta en misterio. No se conoce su idioma, ni el número exacto de sus miembros, lo que añade un aire de enigma a su existencia.

Recientemente, este misterio se vio perturbado cuando un turista estadounidense de 24 años, Mykhailo Viktorovych Polyakov, intentó desembarcar en la isla sin autorización. Este evento ha intensificado las preocupaciones sobre la seguridad y el bienestar de la tribu. Mientras grababa su aventura, Polyakov dejó una lata de refresco y un coco en la orilla, actos que han suscitado críticas por parte de organizaciones defensoras de los derechos indígenas. Estas advertencias no son infundadas: el ingreso a la isla está prohibido por una ley desde 1956, diseñada para proteger a los sentineleses de la influencia exterior y las enfermedades.

Janhavee Moole, una periodista de BBC Marathi, enfatiza que los influencers representan una "nueva y creciente amenaza" para esta tribu vulnerable. Las organizaciones como Survival International han condenado la visita del joven estadounidense, advirtiendo que su acción puso en riesgo no solo su vida, sino también la de los sentineleses. La protección de esta tribu es crucial, ya que han expresado su deseo de vivir sin contacto con el mundo exterior.

La tribu de Sentinel Norte es una de las últimas comunidades cazadoras-recolectoras del mundo, y se estima que su población oscila entre 50 y 200 personas. Estos habitantes poseen un estilo de vida que data de hace aproximadamente 60,000 años, cuando migraron desde África. Su cultura permanece casi intacta, lo que representa un invaluable patrimonio humano y francamente, una cápsula del tiempo.

Desafortunadamente, los intentos de contacto han sido peligrosos en el pasado. Casos como el del director de cine que recibió un flechazo en 1974 y el misionero que fue asesinado en 2018 resaltan el riesgo grave que enfrentan tanto los forasteros como los miembros de la tribu cuando se cruzan sus caminos. Las autoridades han decidido proteger a la tribu mediante restricciones estrictas, pero el deseo humano de descubrir lo desconocido sigue siendo un desafío.

Además, las tensiones aumentan con el creciente interés de desarrollos internacionales en la región. El archipiélago de Andamán y Nicobar, donde se encuentra la isla Sentinel, es de importancia estratégica para India, lo que ha llevado a la planificación de proyectos portuarios que podrían alterar aún más el hábitat de la tribu.

Los sentineleses han vivido en un aislamiento casi total, lo cual implica que son extremadamente vulnerables a enfermedades modernas como la gripe y el sarampión. Como resultado, está prohibido acercarse a la isla, y la guardia costera india se encarga de patrullar la zona para evitar intrusiones. Cualquier intento de contacto, advierte Moole, podría ser fatal, ya que la tribu ha demostrado ser hostil hacia los forasteros en el pasado.

Mientras continúen los deseos de explorar lo desconocido, la supervivencia de esta enigmática tribu pende de un hilo. Su historia y modo de vida, tan diferentes al nuestro, nos recuerdan la rica diversidad que aún queda por proteger en un mundo cada vez más globalizado y homogeneizado. La pregunta permanece: ¿podremos dejar a esta tribu vivir en paz, o la curiosidad insaciable de la humanidad será su perdición?