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Diario de una escritora de 81 años obligada a dejar su hogar: “Los ricos regresan para robar nuestra ciudad”

2024-11-19

Autor: Carlos

Marjorie Kanter, una escritora y poeta octogenaria nacida en Cincinnati, Ohio, se encuentra en una situación desgarradora. Tras tres décadas en su apartamento de la calle del Príncipe, en el Barrio de las Letras de Madrid, Marjorie debe dejar su hogar. Su historia comenzó el 26 de septiembre de 2024, cuando recibió un burofax anunciándole que debía abandonar el inmueble en un mes. Por décadas, ha vivido viajando entre sus recuerdos y su escritura, pero hoy esos recuerdos están siendo despojados bajo la sombra de la gentrificación.

A los 81 años, Marjorie se enfrenta a una realidad que nunca imaginó. Sus palabras en el diario personal se han convertido en un vehículo de su dolor, una especie de catarsis frente a la inminente pérdida de su hogar. “Es devastador pensar que el lugar donde he creado, donde he hablado conmigo misma a lo largo de los años, ya no será más mío”, comparte mientras mira por la ventana hacia el Teatro Español.

La crisis de vivienda en Madrid no es solo un tema de actualidad, es una realidad palpable. La escritora lamenta cómo los nuevos propietarios, una promotora que ha adquirido varios apartamentos en su edificio, no han mostrado interés en su bienestar. Así relata su experiencia: “El nuevo propietario, al que nunca he conocido pero cuyo nombre evito mencionar por miedo a represalias, nos dio un ultimátum: ‘debéis marcharos’. Sin consideración alguna, ni siquiera un pequeño respiro.”

Kanter, que sufre de múltiples problemas de salud, incluidos desequilibrios de presión arterial y dolor crónico, no solo lucha contra la inminente mudanza, sino también contra un sistema que parece olvidarse de los más vulnerables. Su colgante de teleasistencia, que lleva siempre al cuello, es un símbolo de su fragilidad y de la ansiedad que le ha causado esta situación.

En una sociedad donde el alquiler de un piso similar al de Marjorie oscila entre 1,300 y 1,500 euros al mes, su alquiler actual de 800 euros parece un sueño lejano. “No solo estoy perdiendo mi hogar, sino también la dignidad”, dice mientras recuerda los momentos pasados en su amado piso. Su marido, José Luis, también se ve afectado por esta situación, sufriendo altos niveles de estrés que han repercutido en su salud.

En sus reflexiones, Marjorie vio paralelismos entre su vida y la de aquellos que viven en la calle. “Madrileños y otros ciudadanos están siendo desplazados por intereses que simplemente buscan maximizar beneficios, ignoran el sufrimiento humano. La ciudad se convierte en un refugio solo para los adinerados”, denuncia.

La escritora ha sido testigo de cómo el alma de su barrio ha cambiado. Antes un lugar vibrante de diversidad, hoy se siente más como un territorio de negocios donde las familias luchan por sobrevivir mientras que las casas se convierten en meros activos para inversionistas. Como dice Marjorie con tristeza, “los ricos que habían abandonado la ciudad ahora la están robando de nuevo.”

Con su futuro tan incierto, Marjorie busca un nuevo hogar, pero cada intento se convierte en un recordatorio de la realidad dura y fría que enfrenta. “Los pisos que veo son cada vez más inaccesibles y los dueños parecen desinteresados en ofrecer alguna posibilidad. Este camino no es solo mío, es el de muchos, y al final, esto está sucediendo en todo el mundo”, reflexiona mientras escribe. En este proceso de búsqueda, cada día se convierte en una nueva lucha por no perder la calidez del hogar que ha conocido por tres décadas.