Hoy es un día especial en el País Vasco, uno de esos días que se esperaban con ansias. El derbi entre el Athletic Club y la Real Sociedad no es solo un partido; es un evento cargado de historia y emoción que llena cada rincón de las calles. Con una rivalidad que se remonta a décadas atrás, este encuentro es famoso por su competitividad y por los momentos de tensión vividos, especialmente en los años 90 con el famoso 'clausulazo' de Joseba Etxeberria. Pero más allá de la rivalidad en el campo, lo que realmente destaca es la gran comunidad que se forma en torno a estos encuentros.

Hoy, miles de aficionados de ambos equipos se congregan en Pozas para vivir la previa del encuentro en camaradería, dejando a un lado las diferencias por un día. Esta unión efímera entre hinchas refleja un profundo orgullo para los exjugadores y aficionados, quienes saben que más allá de los colores, se trata de una celebración del fútbol y la cultura vasca.

Históricamente, este derbi ha estado imbuido de significados políticos y culturales. Desde la icónica imagen de Jose Ángel Iribar y Kortabarria desplegando la ikurriña en 1976, hasta la identificación de las canteras, donde jugadores como Zubimendi y Nico Williams han rechazado ofertas de gigantes europeos. Estos gestos simbolizan un compromiso hacia la identidad vasca y la esencia de lo que significa jugar en casa.

El evento de hoy no solo implica el partido en sí, sino también actividades culturales. Por ejemplo, el grupo de Bertsos celebró su quinceava edición el viernes pasado, una exhibición que destaca el orgullo y la convivencia del pueblo vasco. Sin embargo, siempre existe un ligero pique entre los fanáticos, como el eterno debate sobre quién tiene más canteranos o quién se corona como el verdadero rey del derbi. Pero este 'piquillo' se vive de manera saludable, mostrando un vínculo de respeto entre ambas hinchadas.

Carlos Martínez, exjugador de la Real que participó en estos duelos, destaca cómo el ambiente antes del partido crea una experiencia única en comparación con otros derbis en España, donde los enfrentamientos suelen venir acompañados de hostilidad. "Aquí, el ambiente es más acogedor. Puedo venir a Bilbao sin miedo y disfrutar del fútbol”, dice Martínez, subrayando la diferencia con rivalidades más tensas como Oviedo-Sporting.

Esta valoración de la rivalidad amistosa fue también compartida por Borja Viguera, quien vivió en primera persona el contraste entre el derbi vasco y el de Gijón. Para él, la forma en que se celebra este encuentro demuestra un respeto mutuo que se ha perdido en otros contextos. "La rivalidad aquí es más sana, se desea lo mejor para cada equipo sin llegar al odio", afirma.

A pesar de la creciente camaradería, no es raro ver discusiones en las redes sociales o entre amigos en las semanas previas. Pero lo cierto es que esos intercambios raramente escalan a algo más serio. Tanto así, que Ernesto Valverde ha resaltado el derbi vasco como un ejemplo a seguir, especialmente en contraste con los recientes incidentes violentos en otras ciudades, como Madrid, donde los derbis han estado manchados por la agresión y la tensión.

El derbi de esta noche también tiene un significado especial para la peña de Bizkaia Txuriurdina, quienes celebran su décimo aniversario. Ellos han planeado una gran fiesta en Pozas, y esperan salir victoriosos en San Mamés para escalar en la clasificación. Josu Fernández, un apasionado de la Real, menciona lo crucial que es mantener una rivalidad sana y respetuosa, “El fútbol debe ser disfrutado, todos tenemos suficiente estrés en nuestras vidas como para añadir más en el estadio”, dice.

Finalmente, el presidente de la Peña Deusto, Joseba García, reconoce que el derbi en Bilbao es especial: “Aquí se vive de manera diferente. La rivalidad trae un sabor particular, pero siempre manteniendo la buena onda y respeto mutuo”, concluye. Sin duda, el derbi vasco no solo es un choque de equipos, sino una celebración de la cultura, amistad y pasión que caracteriza al fútbol en Euskadi.