Aunque los teléfonos plegables parezcan una novedad reciente, hubo un valiente precursor que se atrevió a dar el primer paso en 2018: ¡Royole! Fundada en 2012 por Liu Zhiong, esta compañía china presentó al mundo el Royole FlexPai, un dispositivo revolucionario que, en ese entonces, costaba alrededor de 1.388 euros. Con su pantalla de 7,8 pulgadas y la capacidad de doblarse 180 grados en horizontal, marcó un antes y un después en la industria.

Sin embargo, la historia ha dado un giro inesperado. Recientes informes de fuentes chinas indican que Royole ha declarado bancarrota. El Tribunal Popular Intermedio de Shenzhen ha dictaminado que Royole Display no puede hacer frente a sus deudas, ya que sus activos no son suficientes para cubrirlas. Esto lleva a la compañía a un triste final bajo la Ley de Quiebras Empresariales en China.

Desde hace algunos años, Royole había desaparecido del mapa, observando impotente cómo gigantes tecnológicos como Samsung, Honor y Huawei dominaban el mercado de teléfonos plegables, mientras sus propias ventas no lograban despegar. Pese a su innovadora propuesta, no logró mantener el interés de los consumidores, ni siquiera en su propio país.

En 2021, la situación financiera se tornó crítica, lo que llevó a la compañía a dar marcha atrás en sus planes de salir a bolsa y reducir considerablemente la producción de sus paneles plegables. La incapacidad de pago a proveedores y empleados fue el último clavo en el ataúd de la compañía.

Este caso es un claro recordatorio de que ser el primero no siempre garantiza el éxito. Royole se convierte en un ejemplo emblemático de cómo la falta de estrategia comercial y adaptación a las necesidades del mercado puede llevar incluso a las iniciativas más innovadoras al fracaso. La marca que una vez brilló ahora se convierte en un recuerdo de lo que pudo haber sido un futuro prometedor en la telefonía móvil.