El técnico del Atlético de Madrid, Diego Simeone, llevó al equipo al RCDE Stadium de Barcelona, donde decidió implementar el once que había ensayado en su último entrenamiento. Clément Lenglet, una pieza clave en la defensa, formaba una pareja sólida en el eje con Robin Le Normand, quien tuvo que ser sustituido tras recibir un golpe en la cabeza durante un intenso choque aéreo con Cabrera.

Durante el partido, Lenglet mostraba una confianza inquebrantable. De hecho, hasta se atrevió a lucirse frente a su antiguo club, el FC Barcelona, cuando Alexander Sorloth igualó el marcador con un impresionante gol en el minuto 92. La acción fue provocada por un preciso pase de Lenglet que permitió un desmarque de Samu Lino, quien le 'regaló' el tanto al 'vikingo'. Uno de esos pases que redefinen el juego.

Con la calma que lo caracteriza, el francés se movía por el campo como si estuviera en su jardín. Su control del balón y su visión de juego sorprendieron a un Espanyol que luchaba por encontrar solución a su defensa. Durante gran parte del encuentro, Lenglet fue casi intocable, ganando la mayoría de sus duelos y manteniendo un destacado porcentaje de precisión de 74 aciertos en 85 intentos.

El Atlético de Madrid comenzó a mostrar peligro real en el arco defendido por Joan García. En el 38', César Azpilicueta, con un potente remate desde la medialuna, sembró el temor en las filas del Espanyol. A pesar de varios intentos frustrados - incluyendo un gol anulado para Marcos Llorente -, los rojiblancos finalmente encontraron recompensa por sus esfuerzos.

Sin embargo, todo cambió en un instante en el minuto 71. Lenglet, que hasta ese momento estaba brillando, cometió un error que dejó perplejos a sus compañeros. En un intento por detener a Cabrera, empezó a sujetarlo desde fuera del área y al llegar a la zona penal, el marcador uruguayo cayó al suelo. El árbitro, Alberola Rojas, no dudó y señaló la pena máxima. Javi Puado, con sangre fría, se hizo cargo de la presión y envió el balón a la escuadra, dejando al Atlético sin respuesta. La autogoleada del ex jugador del Sevilla fue un duro golpe, evidenciando que incluso los jugadores más sólidos pueden cometer errores fatales en los momentos menos esperados.

Este partido nos recordó que en el fútbol, como en la vida, un instante de distracción puede convertirse en un coste muy alto.