Ciencia

«Estamos ante un monstruo fuera de control que hemos creado nosotros mismos»

2024-11-20

Autor: Ana

En un caluroso mayo de 2016, la ciudad subártica canadiense de Fort McMurray vivió uno de los megaincendios más devastadores de la historia, forzando la evacuación de 88,000 residentes. Aunque milagrosamente no se registraron muertes humanas, el incendio arrasó la ciudad, convirtiéndola en una pira de hogares y recuerdos.

El cambio climático ha creado condiciones extremas que hicieron de Fort McMurray un epicentro en la crisis de incendios forestales, especialmente considerando que esta ciudad es un bastión crucial para la industria petrolera de Canadá, situándose en Alberta, un estado conocido por su dependencia del petróleo. El libro 'El tiempo del fuego', escrito por John Vaillant, arroja luz sobre este desastre y los peligros que representa el aumento incontrolado de los incendios forestales.

Vaillant subraya que, aunque el desastre de Fort McMurray sucedió hace ocho años, este tipo de incidentes son cada vez más frecuentes. Lo que antes se consideraba inusual ha llegado a ser una nueva normalidad, y eventos apocalípticos podrían convertirse en la norma. La realidad es que estamos lidiando con fenómenos climáticos extremos de una magnitud que nunca imaginamos, y lo peor es que no estamos preparados para enfrentarlos.

Las tácticas de manejo de incendios, propias de un mundo del siglo XX, se ven desbordadas ante el poder de las llamas. Los bomberos, en lugar de luchar directamente contra el fuego, se ven obligados a priorizar la vida humana, lo que ha llevado a muchas tragedias, incluyendo la muerte de varios valientes que intentaron contener las llamas.

La influencia de la industria del petróleo en las decisiones políticas y comunitarias es impresionante. Mientras algunas regiones buscan alternativas sostenibles como la energía eólica y solar, la negativa a abandonar el petróleo sigue siendo fuerte, sobre todo en lugares como Alberta y Texas. Sin embargo, países como China están tomando medidas rápidas y sorprendentes hacia la sostenibilidad.

Aprovechando lecciones del pasado, como las experiencias de los bomberos de Slave Lake, se hace evidente la necesidad de humildad ante la naturaleza y la urgencia de adoptar energías renovables. Al deshacerse de la ilusión que el petróleo crea sobre un suministro inagotable, podemos reconocer que hay límites en nuestra capacidad para controlar el entorno.

Asimismo, el aumento de agresividad en los incendios, que ya no se calman durante la noche como solían hacerlo, refleja un cambio en nuestros patrones de vida. La pandemia también mostró la fragilidad de nuestras rutinas y cómo pequeñas interrupciones pueden tener grandes repercusiones. Esto conecta con cómo el humo de los incendios canadienses ha llegado hasta las costas de España, revelando la naturaleza global de la crisis climática.

Por desgracia, a ocho años del incendio de Fort McMurray, mucho parece no haber cambiado. La ampliación de la industria petrolera continúa, con una falta de planes para limpiar los daños y una negación oficial del cambio climático. Aunque algunas partes de Canadá están comenzando a aprender de este catastrófico evento y están construyendo de manera más resiliente, la mayoría sigue en una situación de espera, esperando que el desastre no vuelva a golpearlos, lo cual resulta bastante ingenuo.

En conclusión, el cambio climático es una realidad ineludible y todos somos parte de este problema mundial. Es el momento de actuar y repensar nuestro papel en la lucha por la sostenibilidad antes de que sea demasiado tarde.