La situación en Haití es cada vez más desesperante. "Lo peor está por venir", advierte el Alto Comisionado de la ONU, Volker Türk, quien describe a los casi cuatro millones de habitantes de Puerto Príncipe como prisioneros de bandas criminales que controlan el 80% de la capital. Estas organizaciones no solo tienen el control de las carreteras, sino que también atacan a los civiles con impunidad. Esta escalada de violencia es un signo aterrador de la inestabilidad que presenta el país caribeño, que ya ha lidiado durante años con crisis políticas crónicas.

La violencia ha cobrado al menos 150 vidas en solo una semana, y la desesperanza prevalece entre los ciudadanos. La Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MMAS), liderada por fuerzas kenianas, ha fracasado hasta ahora en estabilizar la situación. La intervención internacional ha sido bienvenida, pero insuficiente. "No podemos permitir que Haití se hunda en el caos", enfatizó Türk, instando a la comunidad internacional a tomar medidas inmediatas.

En respuesta a la creciente violencia, las autoridades de Haití informaron que, en una operación reciente, la policía y grupos de defensa civil mataron a 28 miembros de una banda en una incursión nocturna en la cruel realidad de la capital. Sin embargo, la cantidad de crímenes violentos, incluidos asesinatos, violaciones y secuestros, sigue creciendo a medida que estas bandas continúan su reinado del terror.

Desde principios de año, estas agrupaciones armadas se han unido en un esfuerzo por derrocar al Primer Ministro Ariel Henry. El nuevo Primer Ministro Alix Didier Fils-Aimé asumió el cargo el 11 de noviembre, prometiendo "restaurar la seguridad" en un país que no tiene presidente desde 2021 ni elecciones desde 2016. A pesar de estas promesas, la situación sigue deteriorándose.

Mientras tanto, Estados Unidos ha pedido que la MMAS se convierta en una misión de mantenimiento de la paz de la ONU, un cambio que enfrenta oposición por parte de Rusia y China. En un momento en que el Consejo de Seguridad de la ONU discute esta propuesta, se ha alzado la voz de líderes internacionales instando a no desatender la crisis haitiana y a actuar con urgencia.

La embajadora adjunta de EE.UU., Dorothy Shea, enfatiza que transformar la MMAS permitiría aprovechar las capacidades logísticas y de financiamiento de la ONU. Sin embargo, el tiempo corre y la población de Haití clama desesperadamente por un cambio significativo. La pregunta es: ¿qué más tiene que suceder para que el mundo preste la verdadera atención que Haití necesita?

Las calles de Puerto Príncipe, en este momento, están llenas de incertidumbre y miedo, y la inacción de la comunidad internacional podría tener consecuencias devastadoras. La situación está en un punto crítico, y la urgencia de una respuesta efectiva es más importante que nunca.