El 14 de abril, la famosa Katy Perry y cinco valientes mujeres surcaron el espacio a bordo del cohete New Shepard de Blue Origin. Este histórico vuelo, el primero completamente femenino desde 1963, ha desatado un debate sobre su costosa huella ecológica.

Según el medio francés Libération, este breve viaje de tan solo 11 minutos podría haber generado alrededor de 15 toneladas de CO2. Esto equivale a las emisiones que Perry habría producido en ocho años. Pero los números podrían ser aún más alarmantes.

Blue Origin, la compañía de Jeff Bezos, se presenta como una opción más ecológica en comparación con otros competidores, gracias al uso de hidrógeno líquido como combustible, que emite vapor de agua en lugar de CO2 durante el lanzamiento.

Sin embargo, un informe de Libération revela que gran parte del hidrógeno utilizado es 'gris', proveniente de Texas, y genera un impacto considerable, ya que se necesita una gran cantidad de energía para su producción, en su mayoría a partir de combustibles fósiles como petróleo y carbón.

Por cada lanzamiento de Blue Origin, se estima que se generan 93 toneladas de CO2, dejando a cada una de las seis pasajeras con una impresionante y preocupante carga de 15 toneladas. Para poner esto en perspectiva: se calcula que, para no sobrepasar un calentamiento de 1,5 grados, cada persona debe limitarse a emitir 2 toneladas de CO2 al año. Las pasajeras, por lo tanto, emitieron ocho veces más en solo 11 minutos.

Además, las estimaciones no consideran las emisiones indirectas asociadas a la fabricación del cohete y la infraestructura de lanzamiento. Lucas Chanel, co-director del Laboratorio de Desigualdad Global de la Escuela de Economía de París, advirtió que estas emisiones pueden alcanzar hasta 358 toneladas de CO2 por pasajero.

Este viaje no solo marcó un hito en la historia espacial, sino que también subraya la urgencia de discutir el impacto medioambiental de la exploración espacial. ¿Es el espacio el último gran lujo del planeta?