Hace seis años, el atleta Antonio Peñalver testimonió en Tenerife durante el juicio por abusos sexuales a su entrenador, Miguel Ángel Millán. En su declaración, lamentó que Millán, quien le transformó en el ícono español del atletismo, le robó su infancia y su juventud. Este eco resonó recientemente en el tribunal de Sandnes, Noruega, donde Jakob Ingebrigtsen, considerado el mejor mediofondista de la historia, declaró en contra de su padre, Gjert Ingebrigtsen, acusado de “violencia física y psicológica” hacia sus hijos, Jakob e Ingrid.

“Mi infancia estuvo marcada por el miedo a mi padre”, compartió Ingebrigtsen, según el diario Verdens Gang. Relató cómo su padre controlaba todos los aspectos de su vida, describiéndolo como una figura nerviosa e insegura, cuya ira se traducía en agresiones hacia su familia. Desde pequeño, Jakob no podía socializar con otros niños, obligándose a entrenar dos o tres veces al día como adolescente, lo que le impidió disfrutar de una vida normal.

A lo largo de su carrera, Ingebrigtsen se ha convertido en un doble campeón olímpico y posee múltiples récords mundiales, pero todo su éxito viene con un alto costo emocional. Durante su reciente participación en los campeonatos europeos en Apeldoorn, y luego en los Mundiales de Nankín, mantuvo su enfoque deportivo, reprimió su dolor interno y celebró de manera casi infantil su victoria en los 1.500m, un testimonio de lo que se había perdido en su infancia.

El juicio no había sido iniciado por Jakob ni por sus hermanos, sino por la fiscalía, quien tomó acción tras leer una carta publicada donde Jakob y sus hermanos, Henrik y Filip, expusieron cómo su padre hacía uso de la violencia como método de educación.

La defensa de Gjert, quien podría enfrentar hasta seis años de prisión, argumenta que su estilo de entrenamiento era necesario para formar campeones y utiliza grabaciones del reality show 'Team Ingebrigtsen', que mostraba su vida cotidiana, para sostener que el ambiente familiar no era abusivo. Sin embargo, Mette Yvonne Larsen, abogada de los demandantes, respondió fuertemente a la defensa, afirmando que los niños solo deseaban tener una infancia normal, libre de miedo.

Gjert Ingebrigtsen niega las acusaciones, afirmando que su método de entrenamiento era estrictamente profesional. Este miércoles, su hija Ingrid, de 19 años, testificará sobre las inscripciones que sufrió, revelando que vivió en hogares de acogida debido al conflicto con su padre.

Hasta 30 testigos serán citados en este juicio, cuya resolución se espera para principios de junio. En ese momento, Jakob se encontrará preparándose para la próxima temporada de verano, donde buscará alcanzar nuevos logros en el atletismo mientras lidia con la carga emocional de su pasado.