La preocupación por la infancia ha tomado un nuevo rumbo y no podemos ignorarlo. Recientemente, un niño de cuatro años preguntó a sus padres: «¿Papá Noel existe?» De inmediato, la familia respiró aliviada al comprender que el espíritu navideño aún perdura en su hogar. Sin embargo, este tipo de preguntas nos obliga a reflexionar sobre el acelerado cambio que estamos experimentando en el rol y la duración de la infancia.

Según Vanessa Rodríguez, psicóloga y experta en neuroeducación, la adolescencia es la etapa más deseada, tanto por adultos que quieren estar en ella como por niños que la anhelan. Este fenómeno ha llevado a una rápida transición de comportamientos infantiles a adolescentes. Por ejemplo, la moda infantil ha evolucionado hacia una versión que se asemeja a pequeños adultos, con la llegada de biquinis de niña con relleno, algo absolutamente controvertido y fuera de lugar.

Además, el entretenimiento infantil ha sido desplazado por música y eventos dirigidos a adolescentes, donde es común ver a niños en conciertos de ídolos del pop. Esto, según Rodríguez, marca un cambio en la educación cuando el paso a los institutos se da a los 12 años, situando a los niños en un ambiente para el que emocionalmente no están preparados.

La amenaza de la erotización y los estereotipos

La erotización de la infancia es una cuestión que no se debe tomar a la ligera. Mientras que las niñas enfrentan presiones como la cosmeticorexia, los niños también están atrapados en un sistema que perpetúa la masculinidad tóxica. Aunque hay esfuerzos para romper con los estereotipos tradicionales de género, la falta de modelos alternativos genera que los jóvenes se adhieran a los roles clásicos.

Es en este contexto donde la educación sexual cobra una importancia vital. Esta no solo debe ser un tema relacionado con el sexo, sino que debe abarcar el respeto a la diversidad, el autoconocimiento y las relaciones sanas.

¿Se puede proteger la infancia?

Aún estamos a tiempo de tomar medidas para que la infancia sea disfrutada plenamente y sin presiones. Según Rodríguez, el sistema capitalista que prioriza la productividad está metiendo a los niños en un ciclo de actividades competitivas desde temprana edad. Necesitamos fomentar espacios de juego que no busquen un fin productivo, simplemente que permitan a los niños divertirse, explorar su curiosidad y, por qué no, aburrirse un poco.

La importancia de la comunicación

Fomentar una comunicación auténtica con los más pequeños es esencial. Debemos involucrarlos en conversaciones reales sobre nuestras emociones y experiencias, brindándoles el espacio para expresar lo que piensan y sienten.

Alteraciones endocrinas

No solo los aspectos emocionales y psicológicos están influyendo en la pérdida de la esencia infantil; también existen implicaciones endocrinas. La menarquía, o primera regla, está ocurriendo en edades cada vez más tempranas. Un estudio de Harvard revela que las niñas nacidas en 2000-2005 experimentaron su primera regla antes de cumplir los 12, en contraste con aquellas de la década de 1950, que lo hicieron a los 12.5 años. Estos cambios están influenciados tanto por factores genéticos como ambientales, lo que agrava aún más la situación.

Es crucial abordar estos temas con seriedad y determinación. La infancia merece ser protegida y respetada, un derecho fundamental que no debería estar sujeto a presiones externas.