La lucha de los sin techo en Almería: Más de 7,000 personas viven en condiciones extremas junto al mar de plástico
2025-04-20
Autor: Carmen
Las duras condiciones de vida en Almería
En un día inusual de lluvia en Almería, las gotas caen sobre un mundo de lonas de plástico que cubre asentamientos precarios. Allí, en Atochares, las condiciones son desoladoras: cientos de chabolas resisten al mal tiempo mientras sus habitantes, como Rafika, realizan malabares para sobrevivir. Dentro de su hogar, esquiva cables pelados y un frigorífico roto, temiendo el impacto destructivo de la lluvia.
La agroindustria y sus víctimas
Rafika, trabajadora del campo desde hace tres años, expresa con tristeza, "no tengo dinero para alquilar una casa, solo puedo hacerme una". Esta situación refleja la cruda realidad de más de 7,000 personas en asentamientos almerienses, quienes a pesar de trabajar hasta 12 horas diarias, sufren la explotación en una industria que genera beneficios multimillonarios. En 2024, el sector agroindustrial almeriense reportó 3,380 millones de euros en exportaciones, pero los derechos humanos de quienes sostienen ese negocio son sistemáticamente vulnerados.
Demandas de dignidad y derechos
Las organizaciones de derechos humanos han estado denunciando esta situación durante años. Decenas de entidades sociales y sindicatos se han unido para exigir justicia, organizando protestas como la que tuvo lugar el 13 de marzo en Almería. Su mensaje es claro: mientras la agroindustria crece, los jornaleros son ignorados y marginados.
Exclusión y racismo institucional
La precariedad de vida se agrava aún más. Una trabajadora con más de veinte años en el área revela que para empadronarse, algunos piden hasta 1,400 euros, además del abuso de multas por no poder homologar su licencia de conducir. "No tenemos ni para comer, y así nos multan con 500 euros cada semana", grita Said, quien ha trabajado en la industria por más de diez años.
Abusos laborales y una lucha continua
Mohamed, que vive en una casa semiderruida con su esposa e hijos, ha enfrentado no solo salarios míseros, sino también un entorno laboral hostil. A pesar de tener un contrato, recibe menos de seis euros por hora y debe lidiar con jornadas extenuantes y humillaciones raciales. "El trabajo es duro y los jefes te gritan insultos racistas", comparte.
La educación y la vida social bajo la sombra del racismo
La discriminación también se extiende al ámbito educativo. Hijos de trabajadores enfrentan hostigamiento en las escuelas, creando un ambiente tóxico donde se sienten excluidos. Hamid, un joven trabajador, destaca cómo gran parte de la comunidad ha sufrido por este racismo institucional.
Una llamada a la acción
El 47,19% de la población en Níjar es inmigrante, pero en lugar de recibir apoyo, ven cómo los derechos humanos continúan siendo pisoteados. La lucha por la dignidad de estos trabajadores es urgente; se planea una nueva manifestación el 21 de abril en Almería para exigir cambios que lleven a condiciones de vida dignas y al reconocimiento de sus derechos.
A medida que el silencio gubernamental persiste, la esperanza de un cambio real parece lejana. Sin embargo, los coraje y resistencia de estos trabajadores continúan inspirando luchas por justicia social.