La Resiliencia de Paiporta: La Panadería que Trae Esperanza Tras la Tragedia
2024-11-19
Autor: Marta
Es sorprendente ver cómo, a pocos pasos del barranco que dejó devastación en Paiporta, este lunes una fila de 20 personas se agolpa en la única panadería que ha reabierto sus puertas. La comunidad, que enfrenta las secuelas de esa terrible inundación del 29 de octubre que llevó a la tragedia a 45 vecinos, empieza a experimentar el aroma familiar del pan: 'Huele a pan recién hecho. A vida otra vez', dice Ana Belén, una auxiliar de enfermería de 50 años, iluminando el ambiente con una sonrisa.
Enrique Ricart, propietario de la panadería, reflexiona sobre lo que siente al ver a la gente nuevamente congregada en su local. 'Esto es verdad que parece un milagro', confiesa. Junto a su exesposa, Mari Carmen Albau, han regentado este negocio desde 1988; un legado familiar que se mantiene vivo a pesar de las adversidades. Cuando el agua subió peligrosamente, ellos lograron proteger la panadería cerrando las persianas justo a tiempo. Enrique relata cómo un gran contenedor de basura bloqueó la entrada, impidiendo que el agua inundara completamente el local.
A pesar de la devastación, el compromiso y esfuerzo de su familia, así como de cientos de voluntarios que intervinieron en las labores de limpieza, han permitido que la panadería permanezca en pie. Fuera, la vista sigue siendo desoladora: comercios en ruinas, muebles destrozados y un ambiente de pérdidas. Pero el número 6 de la calle Jaume I se erige como un símbolo de esperanza, un lugar donde la gente regresa en busca de la normalidad perdida.
Ana Belén, que ha caminado varias veces a Picaña por víveres, espera pacientemente en la línea de la panadería Rial, deseando comprar unas galletas de soja. 'Esto me recuerda a casa. Es un aroma familiar en medio de tanto horror', dice con nostalgia. Otro cliente comparte su experiencia: 'Es increíble volver a comprar aquí como lo hacía antes'.
La panadería está vendiendo más del doble comparado con un día normal antes del desastre, con el pan y productos salados siendo los más demandados. 'La gente no solo está comprando pan, están volviendo a disfrutar de pequeños placeres cotidianos', añade Enrique. La comunidad necesita ver luz y movimiento, y la panadería se ha convertido en ese faro de esperanza.
La situación de los bares no es muy diferente. Al otro lado de la plaza, el bar Don Jamón ha reabierto también, mostrando que la comunidad se resiste a ser derrotada. 'La gente necesita despejar su mente y seguir adelante. Queremos que entrasen aquí y olviden por un momento las tragedias que han vivido', dice Gema Marti, la dueña del bar, que ha abierto sus puertas a primera hora de la mañana.
En medio del escombro, estas pequeñas historias de resistencia y lucha son las que dan fuerza a Paiporta. La reactivación de estos comercios es un símbolo de que, aunque la tragedia ha dejado cicatrices profundas, la vida continúa y se vuelve a construir. 'Cada barra de pan que vendemos, cada cliente que entra, es un paso hacia la sanación', concluye Enrique con firmeza.